Maximino Cerezo Barredo, Pintor de la Liberación     


 
RELACIÓN CON LAS RELIGIOSAS
 
Las congregaciones religiosas, al ser instituciones supradiocesanas, generalmente no se involucran mucho en los conflictos propios de la diócesis en que están insertadas. Sin embargo, es imposible que queden totalmente al margen, pues su trabajo, sobre todo cuando tiene una relación más directa con la pastoral diocesana, las involucra en el acontecer diario de la diócesis. Esto último vale especialmente en lo que se refiere a su relación con el obispo, pues mientras están y trabajan en la diócesis, es su superior en lo que respecta a su actividad pastoral. Hay, además, congregaciones y personas que por ser originarias de la diócesis o por su larga permanencia en ella y por su compromiso en algún aspecto de la pastoral, son especialmente sensibles a esta situación. En este capítulo vamos a reseñar algunos sucesos en los que se ha visto implicada alguna congregación con JFA y algunos testimonios particulares de religiosas. Nos referimos sólo a estas últimas, pues algún caso de religioso que hemos incluido en este libro lo hemos colocado en el capítulo de sacerdotes.
 
Las Hermanas del Servicio Social
 
Esta congregación, originaria de Monterrey, se distinguió en Chihuahua, en los años 70 y 80 por un fuerte compromiso con la pastoral social. No hubo en esos años ninguna actividad en este campo donde sus religiosas no estuvieran comprometidas, lo mismo en el trabajos de promoción popular, que participación en organismos diocesanos, como la Comisión de Pastoral Social, y en la investigación sociorreligiosa. Colaboraban también en otras actividades muy variadas: la Comisión de Religiosas, el Tribunal Eclesiástico, la divulgación del Método Billings, asesoría jurídica y coordinación de la pastoral vocacional femenina.
 
Dada la mentalidad de JFA, absolutamente contraria, no a los abusos en materia social, sino a todo lo que huela a actividad pastoral en ese campo, es obvio que una congregación como las Hermanas del Servicio Social no le iba a gustar. Inmediatamente las eliminó de la arquidiócesis. En 1994 JFA le comunicó a la superiora general de la congregación, que era una de las hermanas que trabajaban en Chihuahua, que dado su carisma en la línea social, buscaran otra diócesis donde pudieran realizarlo, que en ésta ya no era posible.
 
JFA ni siquiera se tomó la molestia de comunicarles esta decisión personalmente, o no tuvo valor, sino que comisionó a un sacerdote para que lo hiciera. Por tanto, no hubo de parte de él la expresión del menor aprecio a su trabajo de 26 años en la diócesis (pues quien las había aprobado para trabajar en la arquidiócesis fue Mons. Mena, no Mons. Almeida) y por lo mismo, ningún agradecimiento.
 
Las Adoratrices
 
Una de las congregaciones religiosas que más han sufrido a manos de JFA es la de las adoratrices. Ha ejercido sobre ellas una presión que se puede calificar de verdadero terrorismo psicológico. Siendo una comunidad de clausura, les ha hecho sentir que están violando de muchas maneras sus reglamentos y con el pretexto de corregir abusos, les ha prohibido aun pequeñas libertades insignificantes. Hasta se podría admitir que en alguna cosa pudiera tener razón, pues todos tenemos necesidad de reformarnos continuamente, incluso él, pero en lugar de animarlas a vivir una vida de mayor respeto a su clausura y a su carisma de contemplativas, como un padre que guía, cura las heridas, escucha a cada una, etc. las amedrenta y las amenaza con cerrar el monasterio. Esta misma amenaza se la repite si no consiguen más vocaciones.
 
Un ejemplo concreto de cómo trata a esta congregación tan querida en Chihuahua es el siguiente:
 
En febrero del 2000 se pretendió formar un patronato con el fin de apoyar a las hermanas en la reparación de su convento, ya que tenían serios problemas con el edificio. Las personas que querían ayudarles vieron la posibilidad de obtener ayuda de la Fundación del Empresariado Chihuahuense, pero éste exigía que se hiciera a través de un patronato integrado por laicos, personas responsables y de solvencia moral, que administrara los recursos para dicha obra. Ese patronato duraría sólo el tiempo necesario para el fin que se proponía.
 
JFA se enteró de la formación del patronato cuando ya éste tenía el borrador de la escritura, y ordenó que se sometiera todo a su autorización. También les dijo quien debía ser el notario que hiciera la escritura constitutiva, que ésta debía ser revisada por él y que las religiosas debían presidir el patronato, que los laicos podían ser sólo vocales. Naturalmente, al estar el patronato en manos de las religiosas, estaría totalmente bajo su control.
L
a Fundación del Empresariado Chihuahuense, al enterarse de estas condiciones, se negó a dar el apoyo prometido, ya que no aceptaba ninguna injerencia del obispo en el patronato, por anteriores experiencias negativas que había tenido con él.
 
CASOS Y TESTIMONIOS PARTICULARES
 
Testimonio uno
 
Abrimos este apartado con el testimonio de una religiosa de larga trayectoria en Chihuahua. Su vida intachable y su trabajo a favor de la niñez desvalida le han granjeado el respeto y el cariño de todos los chihuahuenses. Pero esto, como suele suceder, no le ha importado nada a JFA , quien la ha tratado de la manera más dura e injusta. Veamos su propio testimonio acerca de sus vivencias personales y de cómo ha visto ella la situación de la diócesis en estos años:
 
"En 1990 se envió a la diócesis de Chihuahua la persona que supliría a un auténtico y queridísimo pastor, que cumpliría sus 75 años. Ya Ezequiel habla extensamente de los ‘pastores de Israel’ y termina el capítulo 34 diciendo: ‘Ustedes, mis ovejas, son mi rebaño, y yo soy su Dios’. Es que las ovejas y los corderos somos de Él, del Buen Pastor, aun cuando tengamos que sufrir la acción y el desamor de pastores como los de Israel. Ya desde la visita del santo Padre (en 1990) se pudo observar el protagonismo y las faltas de consideración y de respeto hacia don Adalberto, del que en ese momento no era sino administrador de la diócesis.
 
Esa actitud, de administrador, no de pastor, se ha ido observando a través de los años. Se ha ido endureciendo, angostando, al basarse más en las leyes que en la ‘ley del amor’, en preceptos y reglamentaciones, más que en vida. Aunque en el documento Lumen Gentium, del Concilio, en el capítulo III, se habla muchas veces del oficio de pastor de ‘apacentar, servir y cuidar a la grey’, el acento aquí se ha puesto, por desgracia, en el ejercicio y la búsqueda del poder, en la repetición, de un modo u otro, de que él ha recibido el poder y de allí su afán de establecer controles que le aseguren a él mismo que es el depositario y ejecutor del mismo. Este aspecto no habla del cuidado personal, lleno de ternura, solícito en la cercanía y el servicio del Buen Pastor. ¿Dónde están el fortalecimiento de las ovejas débiles, la atención a las enfermas, la solicitud por las recién paridas, por los corderitos, la búsqueda de las apartadas del rebaño o perdidas? ¿Cómo ha aguantado el rebaño y permanecido fiel, y lucha y hace lo que puede? Probablemente por las enseñanzas y las reservas del amor recibido de don Adalberto; su presencia, su ejemplo, los encuentros con él que reconfortan, iluminan y comunican la solicitud y el calor del amor que él sigue teniendo por su rebaño, porque sigue siendo suyo, aunque muchas veces quisiéramos tener más oportunidades, y en público, de gozar de su actuación, sus enseñanzas, su presencia y calor de su pastoral, de la fraternidad y comunión que él supo crear en la diócesis y que a veces, por temor o por algún otro motivo, no aflora, aunque existe, si no, no hubiera el rebaño podido soportar.
 
Estoy segura que muchos, aunque no lo expresen, han sufrido al ver sufrir a sus hermanos: a los laicos, que han sentido coartada su libertad, sus anhelos apostólicos, por los controles, por imposiciones de dirigentes, no sólo de primer nivel, sino también en los niveles inferiores, en las revisiones y rechazos de sus planes de trabajo, en las faltas de consideración de su entrega a la Iglesia por años. ¡Cuántas lágrimas y desalientos y, pudiéramos decir, justas rebeldías por imposiciones y por la acción de ‘bomberos’ que apagan el fuego y con suspicacias y desconfianzas han impedido el florecimiento, el ‘libertad y entusiasmo’ de obras valiosísimas, algunas debilitadas y otras suprimidas.
 
En la administración actual de las empresas se toma mucho en cuenta la principal riqueza de ellas, que es ‘el recurso, los recursos humanos’ y ‘la motivación’. Don José ha logrado apagar fuegos y llamas apostólicas, suprimir auténticos líderes en las comunidades, imponiendo en su lugar a personas apagadas, excesivamente sumisas, sin iniciativa y sin audacia y sin el valor que requiere un mayor compromiso con Dios y con los hermanos. Así hemos visto desaparecer obras que servían a grupos especiales, como los ‘cholos’, los más pobres. Vemos en abandono a grupos marginados que aumentan, y se alejan de la Iglesia y buscan otros caminos, cayendo en la refriega. Movimientos florecientes, ahora apagados o fichados o impedidos de crecer. Que se han sentido combatidos, que se les han puesto dificultades, se les ha impedido su acompañamiento. Y siguen, porque son de Dios, pero como proscritos, señalados, ‘non gratos’. Se han tenido que someter a minuciosas revisiones, reprobaciones, críticas, de quien debía ser su impulsor, de quien, corrigiendo los errores o excesos mostrara el amor por los pastores y las ovejas en lugar de una corrección que no es ni paternal ni amorosa, y hasta la burla.
 
Si Tagore decía: ‘Si mi hijo comete un error, deja que yo lo corrija, porque sólo se puede corregir correctamente cuando se ama y se ama mucho’, ¡qué duro ha sido para dirigentes buenos y entusiastas sufrir los desprecios, las burlas, los finiquitos de obras en las que habían puesto todo su entusiasmo y sus capacidades! Es doloroso ver elementos valiosos, heridos, pasarse a las sectas que aprovechan la situación y dan otro trato a sus líderes. En contraposición, un cuidado muy esmerado a grupos poderosos. El obispo asiste puntualmente a las confirmaciones de tal o cual colegio, de tal o cual comunidad de gente de posición económica elevada, en cambio, delega o tiene mucha prisa cuando las comunidades son pobres. Yo le he oído: ‘Ustedes, en esta capilla tan pobre’, cuando los fieles sienten como un triunfo la construcción o los muebles que han logrado. Grupos de jóvenes que buscaban superación espiritual han tenido que irse a otras diócesis. ¿Dónde y cómo estarán los numerosos jóvenes que habían encontrado oportunidades de conocer a Nuestro Señor y ocupar su tiempo constructivamente en la Colonia Villa, al suprimírseles su obra social? A Jesús nos lo muestra el Evangelio rodeado de humildes pescadores, ‘que no se lavaban las manos’, que no sabían leer ni escribir, enfermos, hambrientos, pecadores.
 
No son ciertamente estas compañías las que acompañan a nuestro obispo, sino autoridades, ricos, gente poderosa. Con las religiosas. ¡Se había logrado tanto en este sector! Estábamos integradas a la pastoral, a la evangelización. Reflexionábamos hasta semanalmente en las cartas pastorales y documentos de la Iglesia con don Adalberto. Nos conocíamos, había mucha fraternidad entre nuestras comunidades. En estos diez años, la Comisión Diocesana de Religiosas se ha visto con ternas impuestas, con iniciativas frenadas, con cada vez más elementos de control, con desconfianzas y suspicacias y nada de libertad entre nosotras. La CIRM y la CLAR no son admitidas, han sido proscritas de la diócesis, privándonos de la riqueza de sus aportaciones y de sus horizontes, a pesar de ser movimientos nacionales, como la CIRM, o latinoamericanos, como la CLAR, desde luego aprobados por la Iglesia y el CELAM. Dizque sobrevive la Comisión de Religiosas, y esperamos que el padre encargado pueda hacer algo, porque el padre anterior fue apagafuegos y creador de controles y suspicacias, desconfianzas y malestar. La pastoral de vocaciones subsiste gracias al empeño de la madre encargada, pero no cuenta con apoyo ni afectivo ni efectivo de la diócesis. Se ha visto un cierto abandono y falta de solicitud por lo económico y el bienestar básico de las órdenes contemplativas.
 
A veces carecen de lo fundamental para alimento, atención médica, etc. El obispo ha impedido las reuniones de las demás religiosas con ellas porque ‘las contaminamos’. Siendo que somos hermanas, nos amamos y podemos enriquecernos espiritualmente y ayudarnos en muchas formas. Son relaciones que se dificultan en lugar de crear comunión. Ha habido también sufrimiento y desatención del sector, además que el concepto de vida religiosa que tiene el obispo no checa muy bien con los lineamientos y orientaciones del Vaticano II. Se tiene la idea de la religiosa criada o servidora en un plan de inferioridad, no de fraternidad. Nuestro obispo también es antifeminista. Le molesta que en los movimientos de Iglesia o en las comunidades haya mujeres que tengan éxito en su acción o gestión. Le molesta que las mujeres sean estimadas o se les aprecie. Cuando cumplí cincuenta años de votos, aunque fue el primero al que le llevé la invitación, no asistió, ni siquiera una expresión de unión en la oración, en cambio, llamó a uno de los reporteros que escribieron sobre la ceremonia, para reprenderlo. A mí me ha dolido especialmente su falta de amor paternal, de solicitud, de aprecio por sus sacerdotes.
 
Hace muchas diferencias. Le he visto expresiones o gestos de desprecio hacia sacerdotes que han entregado años a la diócesis y, volvemos a lo mismo, como que no soporta que alguien destaque. Yo sufrí verdaderamente por su actuación con un sacerdote; aunque admiro profundamente la actitud de ese sacerdote y la forma como sobrellevó algo que nunca hubiéramos pensado que sucediera en la diócesis y con una persona que estaba haciendo tanto bien con el ecumenismo, con los jóvenes, los medios de comunicación, Editorial Camino, con la cual acabó en un santiamén. La soledad en que murió el padre Esquivel, el poquísimo caso o menosprecio por los sacerdotes enfermos. Aquí otra vez el contraste.
 
Se hizo notar muy públicamente cuando el gobernador fue herido, en cambio, ¿cuántas veces visitó al padre Díaz, al padre Esquivel, al padre Chávez? ¿Qué consideraciones y solicitud paternal tiene para con los sacerdotes que enferman o sufren alguna intervención quirúrgica o algún accidente? Yo he observado discriminación para con los sacerdotes. Unos pocos son muy cercanos y apreciados por él y algunos muy notoriamente son menospreciados. Pero la medida de estas diferencias es medio especial. Todos tienen la misma dignidad y algunos de los que él margina o menosprecia han dado pruebas de una virtud muy grande y de una entrega admirable a sus fieles, en sus parroquias o comunidades. Nuestro pastor no tiene los mismos gustos de Jesús. No ama a los niños ni a los más necesitados. En el caso de la Granja Hogar le importa más el edificio que el bien de los niños, y estos niños tan necesitados, pobres entre los pobres por carecer de amor y de familia integrada. Un día entró a la Granja acompañado de un sacerdote y expresó:
 
‘Todo esto va a desaparecer y los niños que se vayan a sus familias’. Los niños lo oyeron y les afectó mucho, sus calificaciones bajaron así como su seguridad y autoestima. El año próximo pasado (el 2000) fue muy difícil para la Granja. Llegó hasta a expresar cosas falsas que son verdaderas calumnias, sobre la institución y las personas que la formamos. En los 31 años que llevo en la Granja se me han caído, por la deficiencia de la construcción, 19 bardas y 9 techos. Nunca se obtuvo una ayuda para eso, aun habiéndola solicitado. La Granja Hogar es una Institución de Beneficencia Privada (IBP) desde su fundación. Él quería que fuera Asociación Religiosa, pero eso no es posible porque es una figura jurídica diferente con diferentes características, prerrogativas y obligaciones. Su fin es prestar ayuda a los niños indigentes de la región, servicio de hogar, educativos, de atención médica, psicológica, etc.
 
 El patronato no es un conjunto de prestanombres, sino de personas comprometidas con la institución. Le molestó que se expresara en una carta al lector (en un periódico de la ciudad) la naturaleza de la institución. Envió a un sacerdote y a un diácono a ver a mi superiora provincial, acusándome de haber puesto un manifiesto en la prensa local. Esto es falso. Envió a varias personas a presionar y eso que los niños, el patronato y yo somos ovejas de su rebaño. (Sobre los problemas de la Granja Hogar con JFA, hemos escrito en el capítulo 12 Actitud con algunas instituciones. Estas cosas las expreso porque son verdad. Quiero al obispo, rezo y he mandado celebrar muchas misas por él. Amo a la diócesis de Chihuahua, en ella he prestado mis servicios especialmente a los pobres, durante 45 años. Ojalá esto sirva de algo”.
 
Testimonio dos
Otra religiosa ha querido compartir con nosotros su testimonio de esta manera:
 
"Desde que llegó a Chihuahua, sentí que no era el obispo que necesitaba nuestra diócesis; su aspecto era duro y reseco. Los fieles de Chihuahua estábamos acostumbrados a la ternura, amabilidad y cariño de un padre y pastor. Me ha dolido el trato que le ha dado al Sr. Almeida; muchos lo hemos visto, sólo que somos muy cobardes. El Sr. Almeida en muchas ocasiones ha querido mediar en las situaciones y mejor no asiste a las celebraciones para no quitarle el lugar que le toca, pues de sobra sabe que el corazón de la gente se inclina al Sr. Almeida. Yo he visto sacerdotes llorando porque no han tenido un padre que les tienda la mano. Muchos de ellos ya no están en el sacerdocio. Algunos, como un sacerdote con muchos valores, que está ahí está, en el anonimato. Otro sacerdote, felizmente ejerce su sacerdocio, pero ¿dónde? Lejos, muy lejos de la diócesis para la que se ordenó.
 
Y ¿por qué? Porque cuando tuvo sus problemas, su obispo no quiso estar presente para apoyarlo, para acercarse a él y no dejar que se perdiera. Y un sacerdote joven, valioso, lleno de cualidades y de celo apostólico extraordinario, ¿qué fue lo que pasó?... Y usted, Sr. Obispo, ¿dónde estaba cuando todos esos sacerdotes lo necesitaban? ¿en la computadora? No he tocado el tema de las religiosas. Yo creo que el Sr. Obispo no quiere nada con las religiosas. Bueno, más concretamente, creo que a las Maestras católicas no nos quiere. ¿En qué lo veo? Muchas veces lo invitamos a participar en nuestra comunidad y sólo en dos ocasiones muy breves ha asistido, pero se siente frío y lejano de las religiosas, nos niega cualquier ministerio que las religiosas pudiéramos realizar en nuestras comunidades, como: · Abrir el Sagrario para tener Hora Santa en la comunidad.
 
Así lo ordenan las Constituciones: que cada ocho días tengamos una Hora Santa. · Cuando una hermana está enferma, no tenemos la facultad de llevarle la Comunión. No creo que una religiosa le pueda faltar al respeto al Santísimo. Nosotros tenemos un problema de cupo en el colegio. El Sr. Obispo nos recogió un área de la escuela para la Catequesis. Durante ese tiempo no faltaron problemas, pues el ruido de los niños molestaba a las personas en su trabajo, y otras cosas. Cuando las catequistas desocuparon esa parte del colegio, fuimos a pedirle al Sr. Obispo que nos permitiera hacer uso de las instalaciones, pues los salones que teníamos no eran suficientes. Nos mandó primero con el padre D; él dijo que no tenía mucho conocimiento de cómo arreglar ese problema. Volvimos con el Sr. llevando una petición por escrito; nos mandó con un padre y éste nos ha traído con que ‘vamos a ver con el Sr. Obispo, si les puede pasar esa parte’.
 
El Sr. Obispo dice que la escuela es de la Iglesia (de la diócesis), pero la Iglesia no paga el predial. Últimamente nos quisieron embargar porque hace algunos años que no se paga nada. Nosotros dejamos de cubrirlo por indicaciones del arzobispo, ya que durante años lo pagamos puntualmente. El problema del embargo se debió a que después de esa indicación que nos hicieron, nunca el pagó nada. Ahora nosotras ya tomamos por nuestra propia decisión esas instalaciones, pues no teníamos dónde acomodarnos este año. Pero ¿dónde está nuestro pastor para platicarle nuestros problemas y necesidades? Sencillamente no está. Yo, en particular, no le tengo confianza, no siento poder acercarme a él como lo podía hacer con el Sr. Almeida, sintiéndome acogida y amada como religiosa y como persona”.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

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