ENCOMIENDAS EXTRADIOCESANAS
Durante el tiempo que lleva rigiendo la arquidiócesis de Chihuahua, JFA ha sido distinguido por la Santa sede o por la nunciatura de México, sobre todo en el periodo en que ésta fue ocupada por su gran protector, monseñor Jerónimo Prigione, con numerosas e importantes encomiendas extradiocesanas, de las cuales mencionamos las algunas:
Administrador apostólico de la Prelatura de la Tarahumara en su sede vacante.
Administrador apostólico de la diócesis de Ciudad Juárez, también sede vacante. Encargado de la preparar la erección de la diócesis de Parral. Encargado de preparar el traslado de la sede episcopal de Madera a Cuauhtémoc. Miembro del Comité episcopal de enlace con el gobierno para la investigación del asesinato del Cardenal Posadas.
Y recientemente comisionado para investigar la autenticidad de las apariciones de la Virgen del Pozo en Puerto Rico. Hubiera sido un trabajo largo y difícil, que desde luego escapa a nuestras posibilidades de tiempo y movimiento, investigar la calidad con que JFA ha desempeñado esos cargos. Por puro sentido común y por lo que conocemos de su personalidad y de la manera como ha gobernado esta arquidiócesis, nos parece sumamente extraño que a una persona así se le hayan encomendado esas tareas que requieren de una personalidad equilibrada y madura, un gran tacto y delicadeza para tratar a las personas, una buena capacidad intelectual y formación teológica y canónica notables, cosas todas esas de las que ciertamente carece nuestro arzobispo. Desde luego sí tenemos algunos datos que nos hacen ver que la huella que dejó en esos lugares y en la gente que tuvo que tratar no fue muy positiva. Esto nos hace pensar que ni siquiera se le puede aplicar el refrán: "Luz de la calle y oscuridad de su casa”, pues difícilmente puede ser en esos lugares más luz de lo que ha sido en su propia casa. Sabemos, por ejemplo, de conflictos que armó y de la mala fama que dejó en algunos de esos lugares, por ejemplo en Parral y en Madera, y de cómo era una "vox extra chorum” entre los obispos mexicanos en el asunto del cardenal Posadas, pero, repetimos, para detallar todo eso tendríamos que haber hecho una investigación más exhaustiva.
En cuanto al prestigio que tiene ante los demás obispos mexicanos, tenemos también elementos para sospechar que, en general, no se le ve con admiración y respeto y que aunque en Chihuahua dice que va a tal o cual reunión del Episcopado, está ahí presente como está aquí en nuestras juntas, leyendo otra cosa, distraído, en los corredores, o simplemente no asiste. Una de sus supuestas cualidades que él se encarga muy bien de subrayar, es su obediencia incondicional al Santo Padre. Pero ¿es obediencia o es servilismo oportunista? Si es obediencia y compenetración con los verdaderos deseos del Papa, ¿por qué no los demuestra en cosas más esenciales? Por ejemplo, en lugar de mandar mensajes con firmas de adhesión al Papa por cualquier cosa, o de celebrar con bombo y platillo los aniversarios de la visita del Papa a Chihuahua, o de ponerse sumamente enojado cuando alguien hace la más leve crítica a la administración central de la Iglesia, no impulsa en la arquidiócesis el estudio serio y profundo de las encíclicas del papa, que en Chihuahua han pasado prácticamente inadvertidas, o por qué no hizo circular y estudiar en todas las parroquias el esquema enviado por la Santa Sede para preparar el Sínodo universal de los Obispos?
La obediencia de JFA a la Santa Sede no se debe prestar a engaño. Es un rasgo típico de las personalidades autoritarias y ambiciosas, el mostrar hacia sus superiores una sumisión rayana en el servilismo, más con la intención oportunista de conservar su puesto o de ascender en el escalafón, que de verdadera obediencia, mientras que con sus súbditos, de los que no pueden recibir ninguno de esos beneficios, se muestran despóticos y arbitrarios. |