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LOS RECUENTOS DEL 2009
Jueves 31 de diciembre del 2009
Carlos Pérez B. pbro.
Los diversos medios de comunicación, impresos y electrónicos, nos han estado ofreciendo resúmenes y recuentos de lo sucedido en este 2009 que está por terminar, a cada quien según sus gustos y sus intereses: los acontecimientos y personajes de la política, local o internacional; en los deportes, en los espectáculos. ¿Cuáles llaman más su atención? ¿La llegada de un afro americano al poder en la nación más poderosa del planeta; los escándalos del gobernante de Italia; el premio Nobel para un señor de la guerra; la aprobación del matrimonio entre homosexuales en el D. F.; la debacle de los partidos en las elecciones de julio; el aumento de las ejecuciones de personas, en ocasiones hasta sumarias (21 en Villa Ahumada, 18 en un centro de rehabilitación en Juárez), en nuestro estado y país y el riesgo de que nos estemos acostumbrando a ellas; los saludos de navidad y de año nuevo que nos ofrece el gobierno con aumentos en la gasolina, además del aumento en los impuestos que entrarán en vigor este año nuevo; el brote de la influenza porcina y el pánico que nos invadió; el incendio en la guardería infantil de Hermosillo, hecho que nos conmueve de manera especial; el fallecimiento de algunos artistas y deportistas, etc.?
Habrá algunos, quizá la minoría, que fijen su atención en lo religioso y eclesial. Notidiócesis cada año nos ofrece un compendio. Para nosotros lo relevante y esperanzador es la llegada de un nuevo obispo a nuestra Iglesia local. Nuestra Iglesia sigue siendo vieja, sobre todo en sus altas jerarquías, eso no ha cambiado, pero la esperanza de algo nuevo ha llegado a nosotros.
Estamos también en el año sacerdotal.
El fin de un año civil es una oportunidad para hacer un recuento personal y de nuestro entorno, de nuestra historia de la salvación. No hemos hecho esa costumbre entre nuestros católicos, pero es algo propio de los creyentes. En el seminario nos acostumbraron a hacer un examen de conciencia diario. Si se hace cada semana o cada mes, es de mucha utilidad espiritual. Si se hace al menos cada año, ya no tanto para detenernos en nuestro pecados cometidos en el año, sin pasarlos por alto, desde luego, sino para poner más nuestro corazón en la manera concreta como Dios nos fue bendiciendo, santificando y salvando a cada momento, en cada día de este año transcurrido. Si lo hiciéramos, la palabra "gracias a Dios” adquiriría mayor contenido y sentido.
María, nos dice el evangelio de la celebración litúrgica de este día, "guardaba todas estas cosas y las meditaba en su corazón” (Lucas 2,19). Es la actitud del verdadero creyente, el que no deja que se le escurran como agua entre las manos, los acontecimientos de la salvación.
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