Maximino Cerezo Barredo, Pintor de la Liberación     


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LA ORACIÓN DEL PASTOR Y LA VIDA DEL PUEBLO
Martes 23 de febrero del 2010
Carlos Pérez B. Pbro.
 
     La oración del pastor se nutre, se llena de contenido con la vida de las personas. La nuestra no es una oración conventual, que también es muy legítima y valiosa en nuestra Iglesia. Vivimos en medio del mundo. Los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias del pueblo, sobre todo de los pobres, son también las de la Iglesia, decían los obispos en el concilio pasado (G. S. 1). Para este pueblo laboramos, para este pueblo existimos, para este pueblo hemos sido llamados por el Buen Pastor.
     Recitar estos versículos del salmo 9, del oficio de lectura de la Liturgia de las Horas, me hacen presentes y me estrujan el corazón esas angustias que vive hoy tan dramáticamente nuestra gente:
 
     "Los ojos del malvado espían al pobre
     acecha en su escondrijo como león en su guarida,
     acecha al desgraciado para robarle,
     arrastrándolo a sus redes;
     se agacha y se encoge
    y con violencia cae sobre el indefenso…”
 
     En estos días cómo he recibido, en mi morral de párroco, hechos causados por este ambiente de inseguridad y de violencia, de terror que está viviendo nuestra pobre gente: aquellas adolescentes que a las 7 de la tarde fueron privadas de sus celulares en las calles de su misma colonia y que llegaron asustadas a sus hogares; la familia que lamenta sus cosas perdidas por aquel asalto; los salones y las sacristía de una de nuestras capillas de sector que también fueron visitados por los ladrones, y el sentimiento de impotencia que nos queda; dos familias que deciden cambiar sus números telefónicos por la cantidad de llamadas de extorsión que reciben; aquella otra familia que atemorizada permanece fuera de su casa ante el robo de un automóvil, el intento de secuestro de una de sus hijas, y la dolorosa decisión de cambiarse de domicilio, dejando amigos y hermanos de iglesia… Y esto sólo por mencionar a gentes cercanas a la iglesia. ¿Qué será de las 6 ó 7 mil familias que habitan en nuestro territorio parroquial?
     En mi oración matutina hago mía y de mi gente esta súplica y esta interrogante del salmo 9:
  
     "Levántate, Señor, extiende tu mano,
     no te olvides de los humildes;
     ¿por qué ha de despreciar a Dios el malvado,
     pensando que no le pedirá cuentas?”
 
     Y nuestra esperanza:
 
     "Señor, tú escuchas los deseos de los humildes,
     les prestas oído y los animas;
     tú defiendes al huérfano y al desvalido”
 

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