Por el Dr. José Alberto Villasana*
Publicado el 21 de Diciembre de 2009
AnalistasCatólicos.org
La propuesta de Ley que pretende establecer que el matrimonio puede conformarse entre dos personas
homosexuales entraña un engaño no solo para la sociedad es su conjunto, sino sobre todo para los homosexuales
mismos, quienes ignoran que están siendo engañados y manipulados para obtener efectos totalmente ajenos al
verdadero deseo de ayudarlos y favorecerlos.
Tal aberración es posible únicamente porque el deterioro de la razón nos ha llevado a perder de vista que el
derecho positivo existe para salvaguardar el derecho natural. De esta forma, si el legislador observaba que la
persona humana requiere de comer, establecía que todos tenemos derecho a ser alimentados.
Igualmente, el legislador, a lo largo de miles de años y en todas las culturas, observando que el matrimonio es
una institución natural que se construye mediante el amor complementario y fecundo entre un hombre y una
mujer, y que llega a plenitud en la procreación de una familia, estableció que es necesario preservar ambas
instituciones naturales dentro del derecho positivo.
Tanto así que en el derecho de todos los pueblos quedó así establecido. En nuestra civilización occidental, la
palabra "matrimonium” viene del derecho romano (no tiene origen eclesiástico), y estableció esa institución a
favor de la mujer, para que ésta pudiera tener hijos dentro de la legalidad, por lo que incluso etimológicamente
es un monumental contrasentido relacionar "matrimonio” con "homosexualidad”. La palabra misma en latín, de
matrem (madre) y de monium (calidad), implica los derechos propios de la mujer dentro de la unión con un
hombre, mientras que el "patrimonio”, formado de pater (padre) y el sufijo monium, refleja los bienes y derechos
adquiridos por herencia.
El que un legislador pretenda establecer que a partir de ahora dos personas del mismo sexo podrán constituir un
"matri-monium” implica, en el campo de la lógica, lo que se llama un "absurdo en términos” y, en el campo del
derecho, una total aberración jurídica por la que cualquiera sería reprobado en la carrera de derecho en una
universidad. La ignorancia de nuestros legisladores es realmente manifiesta.
Pero el engaño y la manipulación afecta en primer término a los interesados, pues el derecho positivo no puede
anular el derecho natural, por el simple hecho de que las leyes no pueden cambiar la naturaleza humana.
Equivaldría a aprobar una ley estableciendo que a partir de ahora van a parir hijos los hombres, y ya no las
mujeres.
Pobres homosexuales. Ya gozaban de protección legal con la Ley de Sociedades de Convivencia, que les
otorgaba derechos civiles esenciales. Ahora, quedarán expuestos al ridículo público, al escarnio y al ludibrio de
quienes los señalen cuando vayan a celebrar públicamente ese absurdo jurídico. Al menos sabrán los
homosexuales cuales son los legisladores a quienes tienen que agradecer por haberles tendido esa trampa. Tal
vez entonces descubran que lo pretendido por esos disque "liberales” de mente es más bien una transgresión
ideológica, por motivos políticos, que poco tiene que ver con el verdadero deseo de ayudarlos.
Y la sociedad entera también podremos agradecer a esos legisladores por haber sembrado la destrucción de la
familia, pues desvirtuar la institución del matrimonio traerá como consecuencia la corrupción de la institución
familiar, la cual constituye la célula base de la sociedad. Si ya de por sí el alarmante incremento de criminalidad,
violencia, corrupción y degrado que padecemos provienen en gran parte de la pérdida de valores y principios en
la educación, imaginemos ahora el deterioro social que nuestros representantes populares nos van a endilgar con
este disparate jurídico. Con razón tuvieron miedo de someter la Iniciativa a la consulta popular de los
ciudadanos. De verdad, muchas gracias señores. Los felicitamos por su payasada y su imbecilidad intelectual. Y
gracias Marcelo, de verdad lo tendremos muy en cuenta.
*Es miembro del Club de Periodistas de México, Caballero de la Orden de Malta, conferencista independiente y
comentarista de radio y televisión. Ha recibido en dos ocasiones el Premio Nacional de Periodismo (2002, 2004).