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¿BUSCAR CULPABLES?
Viernes 25 de septiembre del 2009
Carlos Pérez B., Pbro.
"Si no se convierten, todos perecerán del mismo modo” (Lucas 13,3).
Quiero felicitar a todas las personas que se atreven a tomar la palabra en nuestra Iglesia y en nuestra sociedad. Gracias a Dios que cada día hay más medios para ello: las secciones del correo del lector en los periódicos, las páginas electrónicas, la palabra de la calle, el celular, etc. La libertad de expresión es un derecho humano. Estamos aprendiendo a escucharnos, a respetar nuestras diferencias, a cambiar de opinión, a ponernos en sintonía con Dios.
Enseguida les ofrezco esta aclaración. La postura crítica y de reproche que mantenemos algunos o muchos en torno a nuestra Iglesia y nuestra sociedad está ciertamente abierta a la discusión, no somos el criterio de verdad ni la expresión pura de la Palabra de Dios. Pero tenemos el derecho a defender nuestras convicciones, sobre todo si proceden de una escucha atenta de la Palabra de Dios, de la enseñanza de la Iglesia de todos los tiempos, de la escucha de los anhelos y angustias del pueblo de Dios, y de un discernimiento pausado en la oración.
Se quejan algunos de que nosotros andamos buscando culpables de todo lo que pasa en la Iglesia. No es así. No se trata de encontrar culpables sino de estar llamando continuamente a toda nuestra sociedad e Iglesia a la conversión. Esto es lo que escuchamos constantemente en nuestra lectura de la Biblia. Lean, quienes eso piensan, los libros de los profetas, los salmos, las cartas de los apóstoles. Basta leer uno solo de los evangelios, para comprender que nuestro señor Jesucristo fue un hombre (el Hijo de Dios) en constante conflicto con los poderes humanos y con el espíritu malo que anida en el corazón del hombre. Por algo murió crucificado. Ninguna autoridad u organización le otorgó nunca ningún premio en su vida terrena. Si se encontró con el rechazo fue por su Palabra fuerte que invitaba siempre a la conversión, al cambio de vida, al cambio de sociedad. Al mismo Pedro, no es que lo encontrara culpable, sino que lo invitaba duramente a la conversión: "colócate detrás de mí, satanás, tus pensamientos no son los de Dios sino los de los hombres” (Mc 8,33).
Nosotros, los críticos de toda la vida, lo que buscamos no son culpables sino una Iglesia nueva, calcada en el evangelio, una sociedad nueva, un cielo nuevo y una tierra nueva, según los pensamientos de Dios, palabras con las que se cierra toda la Sagrada Escritura (ver Apocalipsis 21,1). |