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NUESTRA INCOHERENCIA EN LAS FIESTAS CÍVICAS
Martes 15 de septiembre del 2009
Carlos Pérez B., Pbro.
¿Qué festejamos el 16 de septiembre? Que un cura católico, de la parroquia de nuestra de los Dolores, en el estado de Guanajuato, replicó la campana muy de madrugada para convocar al pueblo a levantarse ¡en armas! en contra del yugo del imperio español.
Unidos a él estuvieron en el mismo movimiento otros sacerdotes: José María Morelos, Mariano Matamoros, y posteriormente, comulgando en ideas, José María Luis Mora; y desde luego que muchos católicos laicos.
¿Cómo le han hecho los gobiernos jacobinos de estos últimos 150 años para rendirles honor a estos héroes que nos dieron patria? ¿Por qué antes sí y ahora no se les permite a los sacerdotes participar en política?
Estas mismas preguntas valen para nuestra Iglesia. Por eso ahora está en el debate público si estos sacerdotes fueron o no excomulgados en su momento, y si murieron en la comunión con la Iglesia católica. ¿Por qué tan tarde? ¿Y qué nos dice ahora y qué llamados nos hace el hecho de la real oposición a este movimiento de gran parte de la jerarquía católica, tan comprometida con el gobierno de España y tan divorciada de la situación del pueblo pobre? Si sólo vamos a celebrar hechos del pasado, deberíamos dejarlos en el pasado.
Y tanto a gobierno como Iglesia de la actualidad, habría que preguntarles: ¿por qué en el pasado el movimiento armado sí tenía justificación y hasta lo celebramos con tantos signos festivos, y ahora nos rasgamos las vestiduras cuando se teme que alguien llame al pueblo a levantarse contra quienes lo oprimen y a tomar las armas? ¿Cómo le hacemos para integrar coherentemente nuestro pasado con el presente? Yo tengo mi propia respuesta, ¿ellos la tienen? ¿Ustedes tienen su propia respuesta? Sería bueno que todos en la sociedad diéramos nuestra propia respuesta. |