5º ENCUENTRO LA IGLESIA, UN PUEBLO SACERDOTAL
0.- Ambientación e introducción.-
1. Crear un ambiente agradable entre los participantes para que todos se sientan bien desde el comienzo. Saludar a cada quien conforme vaya llegando y darle la bienvenida.
2. Canto inicial (algún canto sobre la Palabra: "Tu Palabra me da vida”, "Escuchar tu Palabra”, "Tu Palabra, Señor, es la fuente”, "Las promesas del Señor mías son”, "Nosotros pensamos que era la verdad, vino tu Palabra y nos hizo cambiar”, "Vamos a escuchar con amor”.
3. Presentar el tema sobre el que vamos a reflexionar y vivir en este encuentro.
4. Pedirle a Jesús su luz para comprender su Palabra (Se puede hacer espontáneamente o recitar la oración inicial).
1.- Miramos nuestra vida.- Algunos de ustedes recordarán cómo era nuestra Iglesia católica hace unos treinta o cincuenta años. Yo tengo imágenes en mi mente de que la Iglesia estaba como guardada en el templo parroquial. Si alguien hablaba de la iglesia es que se refería al templo. En el templo se rezaba, se decía la misa, se daba el catecismo, ahí se hacía todo lo referente a la iglesia. Y se pensaba que la acción de la Iglesia ahí quedaba, encerrada en las paredes del templo. Si alguien se quería santificar, tenía que ir al templo. Al sacerdote se le tenía que buscar en el templo, no se le veía por las casas o por la calle, no se le veía en los ambientes profanos. Ahora las cosas han cambiado mucho y todavía falta más por cambiar. Los católicos ya estamos tomando conciencia de que la iglesia no es el templo sino las personas. La iglesia como que se está extendiendo hasta las casas, a las calles, a los centros laborales. Ya la iglesia no solamente reza, sino que también hace otras cosas por el bien de la demás gente.
(El coordinador formula una a una estas preguntas para que las contesten brevemente los participantes. Invitarlos a que contesten sinceramente, no tratando de dar respuestas bonitas sino reales).
1.- ¿Les gusta más la iglesia como era antes o como es ahora?
2.- Hay cosas que han cambiado para bien y hay cosas que han cambiado para mal. Mencionen algunas cosas buenas y otras malas.
3.- ¿Qué tan activa es la gente de nuestra parroquia?
4.- ¿Cuáles otras cosas hace la Iglesia más allá de los templos?
2. Iluminamos nuestra vida con la Palabra de Dios.-
Conocemos por los santos evangelios que nuestro Señor Jesucristo donde menos actividad realizó fue en el templo de Jerusalén. Es cierto que los sábados asistía a las sinagogas de los pueblos para enseñar a la gente. Pero también lo vemos evangelizando, sanando y santificando en las casas, a la orilla del mar de Galilea, en el campo, hasta en los pueblos paganos lo vemos haciendo milagros. Ahí andaba Jesús con todo su grupo de discípulos, como una Iglesia naciente que anda aprendiendo a ser Iglesia de la mano de su Maestro. Nosotros no hacemos la Iglesia a nuestro gusto, es Dios quien nos dice paso a paso cómo quiere que sea. Por eso leemos, estudiamos, escuchamos su Palabra, nos dejamos conducir por ella, para ser Iglesia como Dios quiere. ¿Hemos aprendido de nuestro Maestro y su grupo de discípulos a ser Iglesia en medio de las realidades del mundo? Ésta es la tarea sacerdotal que tiene que realizar la Iglesia, entendida como comunidad de los bautizados, en beneficio del mundo.
Hacia el interior de nuestra comunidad eclesial, los sacerdotes son los que presiden el quehacer de nuestra Iglesia: las celebraciones, la enseñanza de chicos y grandes, el servicio a la sociedad.
Hacia el exterior de la comunidad creyente, es decir, hacia la sociedad y el mundo, somos un pueblo sacerdotal. Toda la Iglesia es el Cuerpo de Cristo, Cristo continúa actuando por la salvación del mundo a través de toda su Iglesia. Lean 1 Pedro 2,4-10.
¿Cómo actúa la Iglesia por la salvación del mundo?
Predicando y viviendo el evangelio, todos, no solamente los sacerdotes. Santificando al mundo. Cuando nos reunimos en la santa Misa, no es sólo el sacerdote el que hace la celebración, la hacemos todos juntos, como una comunidad creyente, como un pueblo al que Dios ha reunido en torno a la mesa de su Hijo, para ofrecer ahí a Jesucristo, para que él se ofrezca a sí mismo por la santificación y la salvación del mundo.
Todo nuestro quehacer, ya sea en el hogar, en la escuela, en el campo, en la maquiladora, en la oficina, en la política, en los grupos, en la catequesis, en el servicio, en la caridad los católicos vivimos nuestra vida creyente. Y esa vida creyente, tal como la vivimos, sirve para la salvación del mundo. De ahí la altísima responsabilidad que tenemos todos de vivir como auténticos cristianos, discípulos y misioneros de Jesucristo, hijos de Dios. Leamos Mateo 5,13-16. Además de ofrecer a Jesucristo como sacrificio por la salvación del mundo, también nosotros nos ofrecemos a Dios cada día, en nuestras actividades ordinarias y en las extraordinarias. Esto nos dice la Palabra de Dios en Romanos 12,1-2.
Cristo Señor, Pontífice tomado de entre los hombres, a su nuevo pueblo "lo hizo Reino de sacerdotes para Dios, su Padre". Los bautizados son consagrados como casa espiritual y sacerdocio santo por la regeneración y por la unción del Espíritu Santo, para que por medio de todas las obras del hombre cristiano ofrezcan sacrificios espirituales y anuncien las maravillas de quien los llamó de las tinieblas a la luz admirable. Por ello, todos los discípulos de Cristo, perseverando en la oración y alabanza a Dios, han de ofrecerse a sí mismos como hostia viva, santa y grata a Dios, han de dar testimonio de Cristo en todo lugar, y a quien se la pidiere, han de dar también razón de la esperanza que tienen en la vida eterna. El sacerdocio común de los fieles y el sacerdocio ministerial o jerárquico se ordena el uno para el otro, aunque cada cual participa de forma peculiar del sacerdocio de Cristo. Su diferencia es esencial no solo gradual. Porque el sacerdocio ministerial, en virtud de la sagrada potestad que posee, modela y dirige al pueblo sacerdotal, efectúa el sacrificio eucarístico ofreciéndolo a Dios en nombre de todo el pueblo: los fieles, en cambio, en virtud del sacerdocio real, participan en la oblación de la eucaristía, en la oración y acción de gracias, con el testimonio de una vida santa, con la abnegación y caridad operante. (Documento sobre la Iglesia Luz de las gentes, # 10).
|
3.- Momento del actuar o de las conclusiones.- (Que cada quien escriba sus propósitos en su cuaderno).
1.- ¿Qué propósito personal saca cada uno de nosotros en este encuentro?
2.- ¿Qué utilidad nos han dejado los temas y demás actividades de este mes de la Biblia?
3.- Estamos invitados a participar en las demás actividades de este mes de la Biblia en nuestra parroquia. Dar la fecha de la procesión de Clausura y lo que hay que llevar.
4. Hagamos oración.- a) Preces.- Decir en forma de petición lo que el pasaje evangélico nos ha dicho. Todos respondemos: Te rogamos, Señor. b) Se puede recitar la oración final.
5.- Avisos y canto final.- Dar el día y la hora de la clausura del Mes de la Biblia en la parroquia. Entonar un canto sobre la Palabra. |