Maximino Cerezo Barredo, Pintor de la Liberación     


 
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MES DE LA BIBLIA. LA VIRTUD DE LA OBEDIENCIA A LA PALABRA
Miércoles 15 de septiembre del 2010
Carlos Pérez Barrera, Pbro.
 
     En el encuentro anterior destacamos la virtud de la escucha a la Palabra divina. Ahora insistamos que se trata de una escucha obediente. Jesucristo se hizo obediente a la Palabra del Padre hasta el extremo de llegar a la muerte en la cruz. Podemos ver cómo san Pablo en una de sus cartas destaca este acto de obediencia suprema: vean Filipenses 2,5-11. Toda la vida de Jesucristo fue una vida de obediencia a su Padre:
     · Por obediencia se hizo carne en el vientre de María y nació en un pesebre.
     · Por obediencia Jesucristo se bautizó en medio de los pecadores, en el río Jordán, así se lo hace ver a Juan Bautista que se resistía a bautizarlo. Le decía, "conviene que cumplamos toda justicia" (refiriéndose con esta palabra a la voluntad de Dios. Mateo 3,15).
     · Jesucristo buscó siempre a los pecadores, no por un gusto personal, sino por ser fiel a la voluntad del Padre que amaba a los pecadores. Él les explicaba a los fariseos y a los escribas por qué se juntaba con los pecadores.
     · Al curar a los enfermos, al darle de comer a las multitudes, al acercarse a los atribulados, lo que hacía Jesús era dar cumplimiento a los deseos del Padre misericordioso. Este resumen de su obra salvadora lo podemos leer en Mateo 11,2-6. Jesucristo nuestro Señor no vino para hacer su propia voluntad sino la voluntad del Padre. Vean Juan 4,34. Esto es lo que nosotros aprendemos de Jesús, que nuestra religión no consiste en practicar actos piadosos, sino en hacer lo que escuchamos en la Sagrada Escritura, la Palabra de Dios. De ahí la importancia de que los católicos estudiemos la Biblia como lo más importante de nuestra fe, porque la verdadera fe consiste en creer en Dios y en su Enviado Jesucristo (Juan 17,3).
     · La cruz y la muerte, ya lo hemos dicho, fue el acto extremo de obediencia de Jesucristo a la voluntad del Padre. Lo vemos en Lucas 22,39-44.
     Jesucristo nos da el ejemplo de lo que debe ser toda la vida del cristiano, de cada uno de nosotros. Veamos cómo lo vivieron algunos creyentes:
     María, por ejemplo, cuando recibió la llamada de Dios que la invitaba a desempeñar un papel muy importante dentro de su plan de salvación de esta humanidad, ella respondió que todo su ser estaba al servicio de Dios, de su Palabra, de su voluntad. Se declara esclava de Dios y dispuesta a que se cumpla en ella su Palabra. Lo leemos en Lucas 1,38.
     Los evangelios nos hablan de la obediencia de los apóstoles. Cuando Jesús los llamó con esa palabra "sígueme”, ellos inmediatamente dejaron las redes, sus barcas, a su padre y siguieron a Jesús. Vean Marcos 1,16-20.
     En el evangelio vemos que hasta otras fuerzas eran obedientes a la Palabra de Jesús, por ejemplo los espíritus inmundos, el mar y el viento. Lo podemos ver en Marcos 1,27 y Marcos 4,39-41.
     San Pablo cambió radicalmente su manera de vivir porque recibió la Palabra de Jesucristo que lo llamaba para ponerse por entero a su servicio. Leamos Hechos 9,3-6.
     Podríamos seguir poniendo muchos ejemplos de cristianos que vivieron su vida en obediencia a la Palabra de Dios. Ahora de lo que se trata es de que comprendamos que así debe ser nuestra vida cristiana. Para ello es necesario que todo católico se ponga a estudiar con toda paciencia, dándose tiempo cada día, la Palabra de Dios, que se deje enseñar por la Iglesia para que comprenda esa Palabra como la Iglesia la entiende.
 

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