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LENTITUD EN EL VATICANO ANTE EL PROBLEMA DEL P. MACIEL, ACEPTA EL PAPA
Miércoles 24 de noviembre del 2010
Carlos Pérez Barrera, Pbro.
Con el adelanto que nos ha hecho L’Osservatore Romano sobre el libro que reúne las respuestas del Papa Benedicto XVI sobre muy diversos temas, hay uno de ellos que llama fuertemente la atención y que tiene que ver con la experiencia que hemos vivido en nuestra Iglesia de Chihuahua. Algunos dicen que el anterior obispo ya se fue, por lo que el problema ya quedó en el pasado. Pero yo digo que lo estructural es lo que permanece.
En este libro en cuestión, el papa Benedicto XVI reconoce que ha habido lentitud y retraso en el Vaticano para atender las denuncias contra el padre Marcial Maciel Degollado, fundador de los legionarios de Cristo. Se trata de otro pasito más, para muchos modesto, o milimétrico como han comentando algunos periodistas, en esta "mea culpa” que ha venido expresando la Iglesia. Aún falta mucho, mucho más.
Yo espero que la suprema jerarquía de nuestra Iglesia no se quede solamente en señalar a Maciel como el gran pecador, para exculparnos todos los demás. No me canso de repetir que el problema es más amplio, toca a toda la Iglesia. Nuestra Iglesia, el Vaticano, la curia romana en concreto, no solamente se tardó muchos años en aceptar esta dolorosa verdad, no sólo eso. Es que además nos han enseñado a todos los católicos a callar, a cerrar los ojos, a ofuscar todos nuestros sentidos, para evadirnos de nuestra pobre realidad, vivir en las apariencias, lo que constituye una especie de neurosis, como la catalogan los psicólogos, un mecanismo de defensa que se da el que no quiere enfrentarse a la negatividad de la realidad.
Este problema ha tenido la congregación de los legionarios de Cristo con su cuarto voto, el de no criticar a los superiores. ¿Acaso Cristo nos ha enseñado esto? Todo lo contrario, él le abrió los ojos a los ciegos, los oídos a los sordos, les soltó la lengua a los mudos. Milagros todos estos como una buena noticia de la llegada del Reino de Dios a nosotros, pero también como una señal del modelo de discípulo y ser humano que él quería. ¿Acaso san Pablo se quedó callado cuando vio que Pedro, el primero de los papas, cayó en la simulación (ver Gálatas 2,11-14).
La reforma o refundación de esta congregación debe pasar por la formación cristiana de sus miembros, como se hace necesario para todos los católicos. Que no solamente se diga que son buenos niños, vestidos clericalmente, sino que se ponga atención a su formación como servidores de la verdad y de la justicia. ¿De qué sirve tener un comportamiento muy de acuerdo a las normas de urbanidad clerical y si se dejaron pasar tan tamaños atropellos e injusticias? Tanto en la congregación, como en el Vaticano, como en toda la Iglesia.
Todos hemos sido enseñados en la iglesia a callar. El "respeto humano”, el falso respeto humano lo hemos aprendido como una virtud, no como un defecto. ¿Qué pasó en todos estos años en nuestra diócesis? Cuántos laicos y sacerdotes pensaron que lo mejor era callar, como si la Iglesia no fuera a sufrir un daño mayor con eso, siendo que era todo lo contrario, nuestro silencio, nuestra indiferencia, en ocasiones hasta nuestra complicidad resultaron ser más destructivos.
Yo le pido a Dios que, dentro de lo negativo que ha resultado que exhiban nuestras vergüenzas, la transparencia, la transparencia que aprendemos de nuestro Maestro en los evangelios, esté llegando finalmente a nuestra Iglesia para quedarse, porque el silencio de los católicos, y el encubrimiento de la jerarquía, resultan más desastrosos. |