Maximino Cerezo Barredo, Pintor de la Liberación     


 
JESUCRISTO ES LA VIDA EN PLENITUD
Domingo 10 de abril del 2011, 5º de cuaresma
Comentario a Juan 11,1-45.
Carlos Pérez Barrera, Pbro.
 
     No veamos a éste como un mero milagro de Jesucristo de regresar a un muerto de la otra vida o de la corrupción de la carne. Se trata de una señal, como lo llama este evangelista. A una señal hay que entenderla, con amplitud, con profundidad. ¿Qué mensaje nos quiere dar Jesús con sacar a Lázaro de la tumba?
     En un suburbio de Jerusalén, diríamos hoy, a unos tres kilómetros, en Betania vivían estos tres hermanos: Martha, María y Lázaro, una familia a la que Jesús amaba, tres discípulos entre los muy dispersos que tenía. Lázaro cae enfermo de muerte, una realidad muy humana y muy frecuente. Jesucristo ve más allá de la enfermedad y la muerte. Como con el ciego, Jesús ve la gloria de Dios, no sólo por el milagro inmediato que es obrado en estas personas, sino porque toda vida humana habla de la gloria de Dios. Sólo los verdaderos creyentes tienen esa mirada profunda.
     Jesucristo se toma su tiempo. Las cosas de Dios no son de emergencia, son serias pero calmadas. No se trata de hacer a última hora lo que no se hizo desde antes como acostumbramos los católicos. El apuro de Martha y María no era que Lázaro no se había confesado. Jesucristo tampoco entraba en esas emergencias. La situación de Lázaro era sólo la enfermedad. Había que salvarlo, pensaban sus hermanas: "si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto”, le reclaman ambas por su tardanza. Pero el trabajo de Jesús va más allá que sólo curar a un enfermo. Y esto es lo que el evangelio pretende que comprendamos: el trabajo de Jesús es dar la vida a los muertos, en todos sus sentidos, la vida plena, la vida eterna.
     En Lázaro vemos personificado a todo este mundo de muerte. No se trata sólo de levantar a un muerto, sino a todo este mundo, porque este mundo está todo moribundo. Y Jesús es la vida en plenitud. Nosotros nos identificamos con Lázaro, estamos tan graves como él, tan inmersos en este mundo de muerte. Y también nosotros somos amigos de Jesús, amados. La obra del Padre, nos había dicho Jesús, desde el principio, es dar la vida a los muertos (vean Juan 5,21). Eso mismo ha venido a hacer el Hijo. Es de llamar la atención que mientras que Jesucristo trabaja dando la vida, el Sanedrín, la cúpula religiosa y política de los judíos, se va a reunir para decretar la muerte de Jesús. Vean los versículos 45-54 de este capítulo. No sólo planean la muerte de Jesús sino hasta la del mismo Lázaro, recién sacado de la muerte.
     El diálogo con Martha es más que interesante y revelador. ¿Podríamos poner a cada católico en el lugar de Martha? Martha por lo menos cree firmemente en la resurrección del último día. Muchos católicos ya no lo creen así. Sin embargo, Jesucristo hace sus precisiones sobre la vida: "yo soy”, no seré, dice Jesús. Jesucristo es la vida ya, presente, perene. Quien cree en Jesús ya no puede morir, la muerte ya no existe (veamos 1 Corintios 15,55), sólo existe la vida. Por eso Jesucristo se enfrenta a la muerte tan decididamente, por eso tantos mártires de Jesucristo.
     Esta convicción es la que hace que cambie nuestra manera de vivir. Le decimos a los jóvenes, a todas las personas, a todo mundo: ¡vive la vida con generosidad, vive la vida no para ti sino para los demás, vive para Dios! Vive la vida intensamente, como Jesucristo. Si lo hacemos así, es que hemos entendido la señal de Lázaro. Esto es entrar en la pascua de Cristo. La fe es entrar en la óptica de Jesús.
 

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