Con motivo del 75° aniversario del martirio del p. Maldonado nuestro obispo nos ha convocado para celebrar un año jubilar, de febrero del 2011 a febrero del 2012. Tendremos la visita de sus reliquias a nuestra parroquia de María Madre de Dios, del viernes 4 al domingo 6 de noviembre.
Pedro de Jesús Maldonado Lucero nació el 15 de junio de 1892. Fue beatificado en 1992 y canonizado como mártir el 21 de mayo de 2000.
Desde el día de su martirio, 10-11 febrero 1937, el p. Maldonado ha recibido muchas muestras de cariño y devoción. En su tumba, en el panteón de Dolores, la gente ha colocado muchos objetos: fotos, muletas, cartas, testimonios, imágenes, "milagritos”, etc. Nosotros queremos conservar y celebrar la memoria de nuestros gloriosos mártires. San Cipriano, desde tiempos antiguos, nos exhortaba a dar a conocer los hechos de los mártires, "para que se robustezca la comunidad de hermanos, para que ninguno de los nuestros piense en la muerte sino en la inmortalidad... los soldados de Dios y de Cristo saben que no son aniquilados sino coronados”.
La Iglesia Universal reconoce en san Pedro Maldonado las virtudes propias de un santo: valor para anunciar el Evangelio, celo apostólico, gran amor a la Eucaristía, interés por la catequesis, espiritualidad sencilla, pobreza y humildad: pobre nació, pobre vivió y pobre murió.
Para entender su martirio hay que ir a las condiciones en que vivía nuestra patria y nuestra Iglesia.
No podemos negar, primeramente, que el Evangelio llegó a nuestras tierras acompañado de la espada. Misioneros y conquistadores llegaron juntos, el mensaje de la paz y del amor junto con el de la ambición y del dominio. Miembros de la jerarquía de la Iglesia han sido ricos poderosos o buenos pastores.
Después vinieron pensadores, políticos y líderes sociales que se lanzaron en contra de la Iglesia. Veían ellos, sin hacer distinción, que toda ella era rica y poderosa, enemiga del pueblo y del progreso. Fruto de todo ese movimiento que se llama "de reforma”, son las leyes antirreligiosas que se fueron aprobando y aplicando desde 1857 y más a partir de 1917. Nuestra Iglesia católica fue objeto de tres períodos de persecución: en 1913-1915, 1926-1929 y 1931-1937 (esta última en Chihuahua).
Revolucionarios y post-revolucionarios hicieron víctima a la Iglesia de su odio anticristiano. En 1914 Pedro Maldonado tuvo que salir del seminario junto con sus compañeros, porque fue cerrado por Pancho Villa, que expulsó a los sacerdotes extranjeros que lo atendían.
El 25 de enero de 1918 Pedro Maldonado recibe la ordenación sacerdotal en El Paso Texas, y celebra su primera Misa en la Sagrada Familia, en Chihuahua, el 11 de febrero. Es nombrado párroco de San Nicolás de Carretas, atendiendo también San Lorenzo y después San Francisco de Borja. Enseguida sería párroco de Cusihuiriachi y luego de Jiménez. Finalmente atendería Santa Isabel hasta su muerte.
En 1918, el gobernador de Chihuahua, Arnulfo González, firma un decreto por el que prohíbe el ejercicio de sus funciones de todos los sacerdotes extranjeros, que eran ocho.
El obispo don Antonio tenía una actitud muy condescendiente con el Gobierno. Fue uno de los artífices, aunque discreto y tras bambalinas, de los discutibles "arreglos” de 1929, con los que se obligó a los cristeros a dejar las armas a cambio de una simple promesa verbal que el Gobierno después no cumplió, como lo prueba la renovada persecución de los años 30’s.
El padre Maldonado, en cambio, tenía una actitud de mayor resistencia y hasta de abierta crítica frente al Gobierno y a las leyes injustas. Su rebeldía se acercaba a veces al rigorismo. Se le acusó de actuar en contra de la ley y de los intereses de la patria, ya que se oponía a la escuela pública por la educación que se impartía en ella; censuraba el liberalismo y el socialismo; denunciaba la expropiación de tierras por parte del gobierno y por eso estaba contra los agraristas, a quienes él llamaba "agarristas” (el obispo calificaba de robo toda forma de expropiación). En esto el p. Maldonado era fiel a la ideología de la Iglesia de su tiempo.
En 1923, el obispo don Antonio Guízar les informa a los párrocos del proyecto del gobierno de limitar el número de sacerdotes. Por lo que más de quince mil hombres recorren las calles en son de protesta contra el pretendido decreto de la legislatura.
En junio de 1926 es aprobado un decreto que dispone que el número máximo de ministros que por cada culto religioso pueden ejercer en el Estado es el de uno por cada nueve mil habitantes, tomando como base el censo de 1921. Como resultado, solo 45 sacerdotes católicos tendrían permiso para atender las necesidades espirituales de una población de 401,622 habitantes.
Con esta medida el gobierno dejó sin licencia para ejercer a 13 sacerdotes mexicanos, pues los extranjeros ya habían sido expulsados.
Como las medidas legales para limitar el número de sacerdotes se generalizaron en todo el territorio nacional, el 31 de julio los obispos mexicanos, en señal de protesta, ordenan que se suspenda el culto público y que se cierren los templos. Desde este momento, la persecución, hasta ahora esporádica y solapada se hace abierta y sistemática. En este periodo, que duró de 1926 a 1929, los sacerdotes solo podían ejercer su ministerio de una manera clandestina. Antepasados nuestros fueron bautizados a escondidas.
El 7 de diciembre de 1931, el Congreso de Chihuahua emite un decreto que limita el número de ministros religiosos que podrán ejercer en el estado a uno por cada 45,000 habitantes. Como consecuencia, el número de sacerdotes se redujo de 45 a 10 en todo el estado. El decreto fue firmado por el gobernador Roberto Fierro.
En marzo de 1932 el gobierno del Estado ordena a los sacerdotes autorizados que se registren y que indiquen la iglesia en que van a celebrar, con la prohibición de celebrar en las demás iglesias.
En marzo de 1934, en el gobierno de Rodrigo M. Quevedo, el Congreso del Estado decreta que el número de ministros religiosos autorizados para ejercer queda reducido a uno por cada 100 mil habitantes. Como consecuencia, los sacerdotes con licencia fueron sólo 5.
En el mes de abril de ese año el Congreso del Estado, publica un decreto, firmado por el gobernador Quevedo, con el que se fija en uno solo el número de ministros religiosos que podían ejercer en el estado.
A pesar de no contar con la autorización del gobierno para ejercer su ministerio sacerdotal, el p. Maldonado continuó en su parroquia atendiendo a sus feligreses a escondidas y contra todo riesgo, imitando a los apóstoles que declaraban ante las autoridades de su tiempo: "Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres” (Hechos 5,29).
El 10 de febrero de 1937, Miércoles de Ceniza, estaba el padre oficiando en la casa de las señoritas Aurelia y María de Jesús Loya, en Boquilla del Río, a unos tres kilómetros de S. Isabel. Hasta ahí llegaron los policías enviados por el presidente municipal para aprehenderlo. El padre trató de esconderse, pero toda resistencia fue inútil. Se lo llevaron preso a la Presidencia Municipal y al entrar, el presidente municipal lo recibe con un golpe, y a continuación, Andrés Rivera, un cacique de la región, le dio con la cacha de su pistola un golpe tan fuerte en la frente que le quebró el cráneo en círculo y casi le hizo saltar un ojo. Al caer, lo arrastraron hacia el segundo piso y ahí en el suelo lo siguieron golpeando los policías, hasta que lo dejaron inconsciente. Esa noche lo trasladaron agonizante a Chihuahua y lo internaron en el Hospital de la Beneficencia Pública (hoy Hospital Central). Al día siguiente, a las 6 de la mañana del 11 de febrero, el p. Maldonado entregaba su vida al Creador. Su cadáver fue velado en la Casa Episcopal (Paseo Bolívar y 10ª). El cortejo fúnebre fue formado por una multitud tan grande que iba desde el Paseo Bolívar hasta el panteón de Dolores, unos 4 kilómetros.
Pbro. Carlos Pérez Barrera.
(Adaptación de un trabajo del p. Dizán Vázquez).
Programa de la visita:
Viernes 4 de noviembre.-
4 p.m.- Recepción en M. Albán y M. Éverest para conducirlas con matachines y cantos por M. Himalaya hacia María Madre de Dios. Ir vestidos de blanco con motivos rojos.
4:30 p.m.- Misa en María Madre de Dios.
5:30 – 10:30 Cantos y oraciones en MMD.
Sábado 5 de noviembre.-
9 a.m.- Niños del catecismo de MMD.
10:30 a.m.- Celebración en Real de Minas.
12 m.d.- Celebración en el Mineral II.
7 p.m.- Celebración en Jardines de Sacramento.
Domingo 6 de noviembre.-
9 a.m.- Misa en san Isidro.
10:30 a.m.- Misa en san Juan María Vianney.
12 m.d.- Misa en san Carlos.
1 p.m.- Misa en María Madre de Dios.
4 p.m.- Entrega a la parroquia de san Fco. Javier.