Maximino Cerezo Barredo, Pintor de la Liberación     


 
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RECORDEMOS AL P. AGUILAR Y A MONS. ROMERO
Miércoles 21 de marzo del 2012
Carlos Pérez Barrera, Pbro.

     Recuerdo bien, y hasta con escalofrío, cuando aquella mañana del 21 de marzo de 1977 un compañero nos dijo: "mataron al p. Chapo". El p. Rodolfo Aguilar Álvarez en ese momento era párroco de san Juan Bautista, en Nombre de Dios, con apenas dos años y medio en el ministerio sacerdotal. Recién había sido ordenado el 16 de septiembre de 1974. Vivió siempre muy comprometido con las gentes de sus colonias populares, participando en sus luchas. Fue un sacerdote sencillo; pobre y accesible a los más pobres.

     El día de su funeral, don Adalberto Almeida, su obispo, compartió esa memorable carta del p. Rodolfo con la que le solicitaba el sacramento del orden: "quiero hacer de mi vida una respuesta profética y sacerdotal a la llamada de Dios, mi Padre, y del hombre, mi hermano”. Y días más tarde de su funeral, el obispo nos convocaba con estas palabras: "a nosotros nos corresponde imitar su ejemplo”.

     Por su parte, el también recordado y venerado Mons. Oscar Arnulfo Romero, fue asesinado un 24 de marzo de 1980. Celebraba un funeral en el hospital de la Divina Providencia en la ciudad de San Salvador. Asumió la defensa el pueblo salvadoreño que moría masacrado por las fuerzas militares y los paramilitares de los poderes económicos, incluido el poder de los Estados Unidos. Muy célebre es su homilía pronunciada unos días antes de su muerte: "En nombre de Dios, pues, y en nombre de este sufrido pueblo, cuyos lamentos suben hasta el cielo cada día más tumultuosos, les suplico, les ruego, les ordeno en nombre de Dios: Cese la represión”.
     
     Como presbiterio, como Iglesia, no perdamos la memoria de nuestros hermanos cristianos más ejemplares.

 

 

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