LA VERDADERA FAMILIA DE JESÚS Comentario a Marcos 3,20-35. 10º domingo del tiempo ordinario, 10 de junio del 2012 Carlos Pérez Barrera, Pbro.
En esta segunda parte del tiempo ordinario volvemos a la lectura continuada del evangelio según san Marcos. Ya estamos en el capítulo 3. Este pasaje que acabamos de escuchar nos resulta bastante extraño a primera vista, pero muy bello ya deteniéndonos en él. Es exclusivo de Marcos, y tiene un sabor muy primitivo. ¿Qué pensaba la gente acerca de Jesús? En el cap. 8 él les preguntará a sus discípulos. Pero ya san Marcos nos da un adelanto. Por un lado estaban sus parientes que fueron a buscarlo, seguramente para llevárselo a casa, porque pensaban que se había vuelto loco o que estaba fuera de sí. Y por otro lado los escribas, que resultaron peor, decían que Jesucristo estaba poseído por satanás. Para que vean que Jesús tuvo que enfrentar la incomprensión y la crítica de propios y extraños.
¿Por qué pensaban sus parientes que Jesús había perdido la mente? Seguramente les provocaba extrañeza y hasta escándalo las enseñanzas y los milagros que hacía. Con toda seguridad ellos esperaban que un galileo, vecino de Nazaret, se tenía que ajustar a las normas ordinarias de los demás: ser un buen artesano, vivir en casa, hacerse una familia, ser religioso tradicional, y no andar de predicador, con un grupo de idealistas, metiéndose con toda la gente, especialmente los pecadores, y en conflicto con los dirigentes del pueblo. Jesucristo siguió con su misión a pesar de todos esos pareceres negativos sobre él.
Los escribas, sus adversarios, no podían reconocer que Jesucristo hacía sus milagros por el poder de Dios, porque de hacerlo, ellos mismos se estarían desacreditando. No les quedaba otra más que descalificarlo, y descalificarlo severamente, asociándolo con satanás. Para nuestro Señor esto era sumamente grave. De ningún otro pecado Jesucristo se expresa en estos términos tan fuertes: "Yo les aseguro que a los hombres se les perdonarán todos sus pecados y todas sus blasfemias. Pero el que blasfeme contra el Espíritu Santo nunca tendrá perdón; será reo de un pecado eterno”. El mismo san Marcos nos aclara cuál es este pecado tan gravísimo: acusarlo de estar poseído por un espíritu inmundo. Y es que la verdad se trata de una cerrazón a toda evidencia, a toda razón, a toda lógica. Cuando una persona o un grupo cae en esta cerrazón, la verdad la cosa ya no tiene remedio. ¿Cómo se les ocurre atribuirle al diablo, el autor de toda maldad, una obra tan buena como el curar a los enfermos, presentar a un Dios cercano, congregar a las multitudes de pobres, acoger a los pecadores?
Abramos los ojos, la mente y el corazón al Espíritu de Jesucristo, porque en nuestro mundo moderno, tanto en el ambiente social como en el religioso, se cae en este fanatismo tan pernicioso. Lejos de saber mirar las obras de bien que se dan en algunos grupos, movimientos o instituciones, lo que se hace es descalificarlos de una manera gratuita, con acusaciones como: es que son comunistas, son un peligro, son cosas del pasado, están contra la ciencia, etc. Hay que saber dar argumentos sólidos, si no, las descalificaciones son mera cerrazón.
Luego Marcos vuelve con los parientes de Jesús. La respuesta que les da a sus requerimientos nos sirven para colocarnos en el verdadero camino de los discípulos suyos: "Éstos son mi madre y mis hermanos. Porque el que cumple la voluntad de Dios, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre”. Jesucristo nos está dando la clave de la verdadera familia espiritual que él quiere convocar en su misma persona. Él cumplirá la voluntad de Dios por encima de todo.
¡Ojo, Iglesia! Se acaba de celebrar el 7º Encuentro Mundial de las Familias, en Milán. En la enseñanza de Jesucristo está la clave de la verdadera pastoral familiar. Por bonita y necesaria que sea la familia carnal, célula fundamental de nuestra humanidad y sociedad, no podemos quedarnos en el romanticismo. La familia espiritual, la familia apostólica, la familia evangélica es nuestra misión. No podemos pasar por alto la realidad que se vive en nuestras familias ni tampoco la Palabra fuerte e iluminadora de nuestro Maestro, y necesitan ser incluidas en una pastoral familiar integral. Hay lugares de los evangelios donde Jesucristo se expresa duramente de la familia carnal: "Y entregará a la muerte hermano a hermano y padre a hijo; se levantarán hijos contra padres y los matarán” (Marcos 13,12). O también: "Si alguno viene donde mí y no odia a su padre, a su madre, a su mujer, a sus hijos, a sus hermanos, a sus hermanas y hasta su propia vida, no puede ser discípulo mío” (Lucas 14,26).
Amamos a nuestra familia carnal de la que hemos recibido tanto nosotros, realidad de la que hoy día muchos seres humanos han sido privados. Pero no podemos quedarnos ahí, es necesario romper el círculo estrecho para construir la verdadera familia, la que Jesucristo quiere congregar en torno a la voluntad del Padre, con todos los seres humanos, no a fuerza, sino por vocación profunda.
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