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SACERDOTES, O TODOS HIJOS O TODOS ENTENADOS Jueves 21 de junio del 2012 Carlos Pérez Barrera, Pbro.
Todos los sacerdotes somos diferentes. Hay algunos que son muy inteligentes y muy estudiados, habemos otros que nos hemos pasado la vida en el campo y en la periferia. Hay algunos que son muy trabajadores y con muchas iniciativas, otros mucho menos. Hay algunos muy buenos, otros no tanto, y los hay hasta los francamente malos, quizá los menos, que provocan escándalo en los fieles laicos.
Pero todos somos iguales en el sacramento, ninguno es menos sacerdote sacramentalmente; no hay o no debe de haber sacerdotes de primera y de segunda.
Hace unos días me enteré de que la gratificación que se había otorgado a los sacerdotes por la recaudación del diezmo había sido mucho muy diferenciada. Antiguamente así era: cada quien percibía un porcentaje de acuerdo a lo recabado en su propia parroquia. Pero en los tiempos de don Adalberto se tomó el acuerdo en el presbiterio, y avalado por el mismo obispo, que la participación sería igualitaria. ¿Se está volviendo a prácticas que pensábamos ya superadas? Dicen que esto se hace porque algunos no promueven el diezmo mientras que otros sí.
Si ésta es la razón, francamente debemos sentirnos lastimados. Yo preguntaría: los sacerdotes que están en parroquias rurales o de la periferia ¿son menos trabajadores que los que están en parroquias económicamente altas? Respondo que estoy seguro de lo contrario, los curas que están en parroquias en condiciones económicas más difíciles son más apóstoles que los que tienen todas las comodidades. Los primeros tendrían que ser mejor recompensados. Lo que hiere no es el dinero sino los criterios con que se maneja nuestra Iglesia. ¿Por qué estás en una parroquia rural? Por un acto de obediencia, porque el obispo te dio ese destino. Pero como sacerdote eres tan igual como el que está en una parroquia de un sector residencial de la ciudad, y mereces las mismas atenciones que el resto de tus hermanos. La parroquia no es propiedad del sacerdote, ni mucho menos un negocio personal.
Si a ti te toca estar en una parroquia difícil, mi corazón está contigo, y también el de Jesús: los remito a todo el evangelio.
Sí es necesario ponerle atención al gasto de los sacerdotes, porque de esta otra cosa también estoy seguro: la pobreza genera santidad, el dinero, más allá de lo indispensable, genera perdición. ("La raíz de todos los males es el afán de dinero, y algunos, por dejarse llevar de él, se extraviaron en la fe y se atormentaron con muchos dolores”, 1 Tim 6,10).
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