PARA TI, ¿DE VERAS SÓLO JESÚS TIENE PALABRAS DE VIDA ETERNA? Comentario a Juan 6,55.60-69. Domingo 21º ordinario 26 de agosto del 2012 Carlos Pérez Barrera, Pbro.
Recordemos las resistencias de los judíos ante las propuestas de Jesucristo:
- ¿Qué señal haces para que viéndola creamos en ti, qué obra realizas? (v. 30).
- ¿Cómo dice que ha bajado del cielo si lo conocemos, y conocemos a sus padres? (v.42).
- ¿Cómo puede éste darnos a comer su carne? (v. 52).
- Es duro este lenguaje, ¿quién puede escucharlo? (v. 60).
- Y finalmente nos topamos con que no sólo los judíos le vuelven la espalda sino que muchos de sus discípulos se volvieron atrás y ya no andaban con él (v.66).
Todo este capítulo 6 de san Juan debemos tomarlo en su pretensión original: que lleguemos a entender la señal de los panes, como lo decía el propio Jesucristo (v. 26). La propuesta de Dios en su Hijo no es solamente darle pan a su pueblo y a todo el mundo, como de hecho lo ha estado haciendo a través de milenios por medio de la naturaleza por él creada. Lo que Dios quiere es conceder gratuitamente la vida plena a toda la humanidad, y se la concede por medio de su Hijo, el Pan de la vida.
Lo que aquí nos platica el evangelista es en realidad representativo de toda la vida y de toda la persona de Jesucristo. Las resistencias de la gente que aquí se relatan representan a todo un cúmulo de objeciones y resistencias que se le hacen a Jesús, en aquel tiempo y en este, por aquellas gentes y por las gentes de nuestro tiempo, por no creyentes y hasta por los que se dicen creyentes.
Igualmente, las propuestas de Jesús que aquí aparecen, representan a toda la vida y la persona de Jesucristo, en aquel tiempo y en este. Por ello no reduzcamos la oferta de Jesús a solamente el momento de la comunión sacramental en la celebración eucarística. Éste es un acto sumamente sencillo que puede quedar muy en la superficie. Este discurso del Pan de vida, tenemos que verlo en toda su amplitud. Lo que trae Jesucristo es toda una propuesta de vida de parte de Dios, una propuesta que requiere de una adhesión total. Es una propuesta gratuita pero que nos involucra activamente en ella. Esa propuesta está condensada y tiene su centro en Jesucristo. Él es el pan de la vida. Si alguien quiere esa vida en plenitud, que se acerque y se alimente de ese Pan, que entre en comunión de vida, de personas, de corazones con Jesús.
De buenas a primeras, cuando las cosas nos convienen, podemos andar con Jesús. Es el caso de tantos y tantos católicos que lo somos sólo porque nos gustan ciertas cosas de la Iglesia, ciertas ceremonias, ciertos servicios, a veces la paz y la tranquilidad que encontramos frente a una imagen o en los templos solitarios. Y cuando las cosas se ponen difíciles para nosotros, cuando nos llegan los compromisos, la hora de actuar, la hora de las renuncias y los sacrificios por la obra de la Vida que Dios le ofrece a este mundo también a través de nosotros, es cuando podemos echarnos para atrás como muchos de los discípulos de aquel tiempo.
No dejemos de poner nuestra atención en la firmeza de Jesucristo respecto a su éxito o su fracaso frente a las personas. Él no busca la aprobación superficial o pasajera de las personas, ni del pueblo ni de las autoridades. Jesucristo es fiel a la propuesta del Padre. Si su propuesta y la manera de presentarla no es del agrado de muchos, él se mantiene firme, no teme quedarse solo. Hasta a los más cercanos, que son los doce, los reta para que se queden con él o lo dejen. Simón Pedro toma la palabra por ellos y nos deja una formidable confesión de fe y de adhesión total a la persona de Jesucristo, y a la propuesta de vida de Dios en él: "Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna; y nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo de Dios”.
Si quieren hacer propia esta confesión de Simón Pedro, repásenla en su Biblia, son los versículos 68 y 69. Pero que no se quede en una recitación superficial, como muchas de nuestras oraciones, sino que llegue a ser poco a poco una profunda confesión de fe: me adhiero totalmente, con toda mi persona a Jesucristo; me adhiero a su propuesta de vida, a su manera de entender la salvación, el mundo, a su manera de entender y vivir su propia corporalidad y espiritualidad. Sólo Jesús es la vida plena para la humanidad. No quiero buscar la vida plena en ninguna otra cosa sino en Jesús y a partir de Jesús. Yo también, como Jesús, me dispongo a ser pan o alimento para los demás.
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