Maximino Cerezo Barredo, Pintor de la Liberación     


 
 
JESUCRISTO ES NUESTRA ALEGRÍA
Comentario a Lucas 3,10-18.
Evangelio del 3er. domingo de adviento, 16 de diciembre de 2012
Carlos Pérez Barrera, Pbro.
 
 
     La Iglesia nos convoca a la alegría en este tercer domingo de adviento con la Palabra de Dios que hemos escuchado: dos profetas, Sofonías e Isaías, el apóstol Pablo, e incluso con el pasaje de san Lucas. Escuchamos:

     "Canta, hija de Sión, da gritos de júbilo, Israel, gózate y regocíjate de todo corazón, Jerusalén” (Sofonías 3).

     "Griten jubilosos, habitantes de Sión, porque el Dios de Israel ha sido grande con ustedes” (Isaías 12).

     "Alégrense siempre en el Señor; se lo repito: ¡alégrense!” (Filipenses 4).

     El motivo de nuestra alegría es la cercanía de la llegada del Señor. Está cerca la navidad. ¿Cuál navidad? La de los regalos y las compras, de las comidas y las bebidas. Pero también la otra, la de nosotros, la navidad del encuentro con el Señor, la de los corazones abiertos, la navidad del alma, la navidad de los pobres, la navidad de los creyentes, de los que celebran la llegada del Señor al pie del pesebre.

     ¿Cuántos de nuestros católicos conocen realmente a Jesucristo? ¿Cuántos lo están conociendo en el estudio de evangelio, cuántos se han enamorado de él, de su pobreza, de su pesebre, de su vida de marginado, de esa persona y personalidad que transparenta a todo un Dios? Ese Jesucristo que no es una imaginación o producto de una piedad superficial. Quienes lo conocen realmente y lo están conociendo, tienen un motivo profundo para estar alegres, porque ese Jesucristo verdadero es la buena noticia para este mundo.

     Eso es lo que anuncia Juan bautista, la buena nueva, a pesar del primer impacto que nos provocan sus gritos y sus regaños. Repasemos, para entender mejor este pasaje, desde el versículo 7, justo donde cortamos la lectura el domingo pasado. Juan se dirigía a la gente con estas "amables” palabras: "raza de víboras, ¿quién les ha enseñado a escapar del terrible castigo que se acerca?” Como que nos da la impresión que esto no sintoniza con la convocatoria a la alegría de este tercer domingo de adviento. Y sin embargo sí. San Lucas subraya que estos anuncios son una buena nueva para el pueblo. Es que la buena nueva no nos la ofrece Juan envuelta en papel celofán, con moño y cajita elegante. No. El bautista nos la propone tal cual, sin envolturas, así como viene de Dios. La buena nueva en persona es el que bautiza con Espíritu Santo y con fuego (no con agua calientita como cuando nos bañamos). Esta buena noticia en persona, llamada Jesucristo, trae un bieldo en la mano para separar el trigo de la paja. Desde luego que quienes son paja en este mundo pensarán que Jesucristo es mala noticia, pero no así para quienes son buen grano. Tampoco nosotros nos consideramos dignos de desatarle siquiera las correas de sus sandalias, pero nos sentimos fuertemente honrados con que venga a nosotros.

     ¿Qué debemos hacer?, pregunta la gente, y debemos hacernos la pregunta también a nosotros mismos. Juan nos impide que nos quedemos en el aire, en las buenas intenciones o en los meros buenos sentimientos. Navidad es compartir con los pobres, navidad es salirnos de nosotros mismos, navidad es abrir el corazón a Dios y al hermano, navidad es paz verdadera. La navidad es alegría para todos o no es navidad.
 

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