JESUCRISTO, LIBERACIÓN Y GRACIA PARA LOS POBRES Comentario a Lucas 1,1-4 y 4,14-21. Evangelio del 3er. domingo ordinario C 27 de enero del 2013 Carlos Pérez Barrera, Pbro. (Los niños de 3º y 6º pasen hasta mero adelante con su Biblia. Quiero que vayamos aprendiendo juntos la Misa, sus respuestas, oraciones, sus posturas, pero más que nada, que vayamos educando nuestro oído y nuestro corazón en la escucha de la Palabra de Dios y en la vivencia de la Eucaristía. Esto es parte de nuestro camino hacia la primera Comunión y Confirmación).
Con esta introducción, san Lucas nos está invitando a leer todo su evangelio. Se trata de una investigación minuciosa sobre las cosas que más nos interesan a los creyentes, es decir, las cosas de Jesucristo, su persona, su obra, su entorno y las personas que lo rodean. Cómo quisiéramos que todos nuestros católicos leyeran y estudiaran minuciosamente los 24 capítulos de este evangelio. No es un escrito para leerse, es una persona con la que se entra en contacto a través de este testimonio tan vívido e impactante.
La Iglesia ha seleccionado estos dos textos que en el evangelio están separados, y los ha juntado (son 4 versículos del capítulo 1º, y 8 del capítulo 4º), es el comienzo del tercer evangelio y el comienzo del ministerio de Jesús.
¿Qué les parecería que congregáramos a la población católica en la plaza de armas, y nos pusiéramos a leer en voz alta la Palabra de Dios, desde el amanecer hasta el mediodía? Bella imagen del pueblo en la primera lectura. La gente hasta lloraba de emoción al escuchar la lectura de la sagrada Escritura. Esto nos prepara a la escena de la sinagoga de Nazaret, el pueblo donde Jesús se crió.
El sábado, como todos los judíos, Jesucristo acude para escuchar la Palabra de Dios y los comentarios de los escribas. Se levanta para hacer la lectura. Mucha gente no sabía leer en aquellos tiempos, los que sabían, como Jesús, prestaban ese servicio. Si la Biblia estaba en hebreo, el pueblo no entendía bien porque su lengua era el arameo. Por lo que se ve, también podían tomar la palabra para explicar al pueblo el pasaje leído. ¿Qué pasaje de la Biblia leyó en esa ocasión Jesucristo? Todos debemos conocer de dónde lo tomó. Está en Isaías 61. En aquel tiempo los libros de la Biblia no estaban divididos en capítulos y versículos. Tampoco los libros de la Biblia estaban reunidos en un solo libro, como los tenemos nosotros ahora. El encargado le entregó a Jesús un rollo (así se habían escrito, en tiras largas de cuero que luego se enrollaban para manejarse más fácilmente). El rollo era el escrito del profeta Isaías. Dice san Lucas que Jesucristo encontró ese pasaje. No le salió de casualidad, sino que con todo propósito él quería leer lo que se estaba cumpliendo en ese momento. Viendo el ejemplo de Jesús, preguntémonos: ¿cuántos pasajes de la Biblia, y sobre todo de los evangelios podemos localizar nosotros?
Cuando Jesús se fue a sentar a su lugar, la gente de la sinagoga se quedó mirando, esperando un comentario de su parte. Y Jesús sólo dijo una frase muy breve pero que sintetiza toda su vida, su obra y su persona, de lo cual escribió el profeta unos cinco siglos antes como profecía.
El Espíritu Santo está sobre Jesús, lo ha ungido o consagrado para una misión que él irá a cumplir al pie de la letra, más aún, a profundidad. Veamos esos versículos en nuestra Biblia o misal…
Hay que notar que Jesucristo no fue ungido por el Espíritu para realizar tareas consideradas estrictamente como religiosas, que es el concepto que tenemos hoy de nuestra religión cristiana: rezos, devociones, ceremonias. No. Él va a cumplir, y de hecho así lo cumplió y lo sigue cumpliendo hasta nuestros días:
+ El evangelio o buena noticia de Dios lo hizo Jesús llegar a los pobres. Todos, ricos y pobres lo podían escuchar y acoger, pero la buena noticia de Dios tenía ese centro sin el cual no es la buena noticia de Dios: los pobres. Si los pobres no son evangelizados, Jesucristo no está cumpliendo su misión en nosotros. Por eso hoy la Iglesia continúa con esa misión, sin excluir las enormes fallas que tenemos, por nuestras ansias de poder, de dinero y de prestigio; por la falta de claridad que hay en muchos cristianos y clérigos respecto de lo que significa e implica la evangelización de los pobres.
+ Jesucristo proclamó la liberación de los cautivos. La libertad de todo tipo de esclavitud es la obra de Jesús, tanto en aquel tiempo como en el nuestro. Si en la sociedad y en la Iglesia seguimos produciendo y sosteniendo esclavos, entonces no estamos en el Espíritu de Jesús.
+ Jesucristo continúa abriéndole los ojos a los ciegos. Los creyentes no podemos ser personas de ojos cerrados. Ésa no es la obra de Jesús. Él ha venido a abrirnos los ojos a todos. Él no le tuvo miedo a la verdad, por estrujante que fuera, no le tuvo miedo a la realidad ante la cual nunca cerró los ojos. Mirar al mundo, sus realidades, mirar a los demás, sus entrañas, aprender a mirar a Dios en todo eso, es obra de Jesús.
+ La liberación de los oprimidos es la gran misión de Jesús y de la Iglesia, de cada uno de sus discípulos. No podemos estar tranquilos mientras haya oprimidos en este mundo, sea por cuestiones económicas, culturales, raciales, políticas, laborales, religiosas, etc. La libertad, hay que gritarlo fuertemente, es la vocación de todos los seres humanos.
+ Jesucristo con toda su persona es el tiempo de la gracia de Dios. Dios está con nosotros, Dios nos ama a todos, Dios quiere que todos sus hijos sean los destinatarios de su gratuidad. Por eso Jesucristo es la buena noticia, la gran noticia de todos los tiempos. Y nosotros lo podemos ser si nos hacemos proclamadores de Jesús para el mundo.
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