SALARIO IGUAL PARA TODOS Comentario al evangelio del domingo 21 septiembre
2014, 25º ordinario Mateo 20,1-16. Carlos Pérez Barrera, Pbro.
Del capítulo 18 nos brincamos al 20 de San Mateo. Es que no podemos abarcar todo el evangelio tan sólo en los domingos del tiempo ordinario.
Antes de subir a la ciudad y al templo de
Jerusalén, Jesucristo nos cuenta esta parábola que nos sorprende cada vez que
la leemos. Eso espero yo, que nuestros repasos sean cada vez más frecuentes; y
que no dejemos de sorprendernos por Jesucristo; que cada vez y siempre sea una
novedad para nuestras vidas y la vida del mundo, es decir, que siempre estén
sus palabras iluminándonos.
Para introducirnos a la lectura evangélica, la
Iglesia nos ofrece primero un pasaje del libro de Isaías que nos dice: "Mis pensamientos no son los pensamientos de ustedes, los
caminos de ustedes no son mis caminos”. Efectivamente,
eso es lo que vemos en la parábola de Jesús: Dios no piensa ni hace las cosas
igual que nosotros.
¿Por qué les paga el propietario de la viña lo mismo a los que
trabajaron todo el día que a los que llegaron a trabajar a última hora? ¿Estará
siendo justo? Según nuestros cálculos humanos, desde luego que no. Según el
proceder de nuestro mundo, mucho menos. ¿Nos está invitando Jesús a trabajar
menos para que nos paguen más? Desde luego que no, su enseñanza va por otro
lado.
Este mundo nuestro, o es más justo que Dios, o es más injusto. Este
mundo no les paga igual a los que tienen estudios que a los que nos los tienen;
a los que son más listos en sus negocios que a los que no lo son; a los que
pertenecen a buenas familias que a los que les tocó nacer en familias obreras o
campesinas; a los mestizos que a los indígenas; a los hombres que a las
mujeres. Este mundo es muy desigual. ¿Así nos tiene contentos?
El propietario de la viña de la parábola de Jesús, no está pagando el
trabajo realizado, lo que está haciendo es ser gratuito con los que llegaron al
final. Un denario era el salario de una jornada de trabajo, era también el
sustento de una familia por un día. El propietario lo que está haciendo es
permitiendo que los trabajadores lleven a sus familias la despensa completa;
tan tienen que comer unos como otros. Los cálculos del propietario son otros,
él está mirando las necesidades de los obreros y sus familias. Por eso
recitamos en el salmo que Dios es compasivo y misericordioso, y en el libro de
Isaías, unos versículos antes del pasaje proclamado como primera lectura,
leemos la convocatoria de Dios para que los sedientos y los que tienen hambre
acudan por agua y por pan sin pagar. Dios es gratuito cuando este mundo no sabe
serlo.
Jesucristo nos está invitando a ser compasivos como Dios. ¿No podríamos
los cristianos ir colaborando en la construcción de una economía según Dios?
Como que a veces, por no decir las más de las veces, la parte mejor de este
mundo, sus mejores hombres y mujeres, nos llevan la delantera en hacer un mundo
más igualitario. Son ellos los que han conseguido que se atienda mejor a las
personas con alguna discapacidad. No los políticos del poder, sino los
luchadores sociales, son los que han conseguido que pongamos más atención en la
población indígena, en los más pobres. Si la reforma energética se pensara así,
serviría para dar cobertura universal a la seguridad social, educación
universitaria para todos, asistencia a todos los adultos mayores, etc.
Así debemos entender y vivir nuestra vida cristiana. Todos los
apóstoles de la Iglesia debemos responder y corresponder con gratuidad al
llamado gratuito que Dios nos hace. Si al final de los tiempos a los obispos y sacerdotes,
a los catequistas, a los ministros diversos, etc., nos forman al final de la
fila y nos dejan entrar al Reino como a todos, debemos darnos por bien
correspondidos, porque Dios no nos estará pagando lo que hicimos, sino que nos
estará dando gratuitamente su Reino.
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