Maximino Cerezo Barredo, Pintor de la Liberación     


 
 
¿CUÁL ES LA BUENA NOTICIA DE LA NAVIDAD?
Comentario al evangelio del domingo 7 diciembre 2014, Marcos 1,1-8.
2º adviento
 
Carlos Pérez Barrera, Pbro.
 
     La primera lectura está tomada del segundo libro del profeta Isaías. Como ustedes deben de saber, el libro de Isaías es en realidad una obra en tres partes que corresponden a tres tiempos. El primer libro lo conforman los capítulos del 1 al 39 y es dos siglos más antiguo, el segundo, del cap. 40 al 55, y el tercero, del 56 al 66. A este segundo libro se le conoce como "el libro de la consolación”. El pueblo judío, 50 años antes de esta profecía consoladora, había sido invadido por un imperio, como se usa todavía en nuestros días, por un país poderoso que se creyó que era el amo y señor de cosas y personas de todo su entorno. Invadieron el país de Judea, destruyeron la ciudad santa, sembraron la muerte por doquier, acabaron con el sagrado templo de Jerusalén, y no contentos con eso, a gran parte de los sobrevivientes se los llevaron exiliados como esclavos y los establecieron lejos de su país, a orillas de los grandes ríos de Babilonia.
 
     Cuando llegó el día de su retorno, ¿podemos imaginarnos cómo que se sintieron todas estas gentes? El profeta por eso se dirige a ellos con palabras de profundo consuelo, hablándoles al corazón, como un mensajero de buenas noticias: Dios ha venido a visitar a su pueblo, como un pastor que apacienta a su rebaño.
 
     Pues bien, así apareció san Marcos y su comunidad evangélica como un mensajero que le trae al pueblo sufriente, no tanto buenas noticias, sino la gran noticia de toda la historia: Jesucristo, el Hijo de Dios. Así comienza bellamente este evangelio, el más antiguo de los que conservamos, el más breve, el modelo del evangelio. Dice: "comienzo del evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios”. Es precisamente el mensaje que la Palabra de Dios nos trae para este tiempo de adviento. En realidad son tres o más los mensajeros que nos presentan a esta inmensa gran noticia: Isaías, san Marcos y Juan Bautista… y después de ellos, también nosotros, si nos llega hasta el corazón, nos convertiremos en mensajeros de Jesucristo para este mundo. No hay mejor noticia que este mundo tan destruido pueda recibir.
 
     Juan Bautista, para ponerse al servicio de esta buena noticia se fue al desierto, a privarse de las tantas cosas que podía disfrutar. Su vestimenta era de pelo de camello, como los nómadas del desierto, su alimento consistía en langosta y miel silvestre. Con toda su persona estaba al servicio de la buena noticia, Jesucristo y su reino, un reino nuevo para esta humanidad, no el reino de los poderosos que sólo despojan a los demás, sino el reino de Dios que es el reino del amor y de la alegría profunda. ¿Qué tanto de nuestro ser ponemos nosotros en juego para ponernos al servicio de este buena noticia para el mundo? ¿Un poco de nuestro dinero o todo lo que tenemos, nuestras energías, nuestro tiempo, toda nuestra persona? (Que cada quien responda por sí mismo).
 
     Durante siglos y milenios los seres humanos nos hemos venido desarrollando, saliendo poco a poco de nuestra condición de animalidad para dar el salto a la espiritualidad. Jesucristo es el que viene a bautizar con el Espíritu Santo. En esta etapa estamos. Nuestro mundo presenta señales de que todavía los seres humanos somos como las fieras de la selva, comiéndonos unos a otros, tanto a niveles de crimen organizado, como a nuestros niveles domésticos y sociales. Es Jesucristo el que nos puede transformar radicalmente. Para ello necesitamos abrir nuestro ser a su poder divino. Juan bautista proclamaba y practicaba un bautismo de conversión para perdón de los pecados, y Jesucristo nos hace el llamado a convertirnos para que el Reino de Dios llegue plenamente a nosotros. Enderecemos nuestros pasos, nuestros caminos, nuestras vidas, enderecemos nuestra estructura social para que el Salvador que viene a nuestro encuentro halle un camino accesible a nosotros.
 
     Si el adviento es el tiempo para vivir con más intensidad la esperanza cristiana, Jesucristo es una realidad presente que nos transforma a los que lo hemos y lo estamos conociendo.
 

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