EL DOMINGO DE LA VIDA
Comentario al evangelio según san Marcos 16,1-8.
Carlos Pérez Barrera, Pbro.
Cada evangelista nos comenta su propia experiencia de la resurrección de Jesucristo. Juan nos presenta sólo a una mujer. Mateo a dos, Marcos a tres y Lucas a un grupo de mujeres. Dense ustedes el tiempo para consultar los cuatro evangelios para que enriquezcan su fe en la resurrección de Cristo. No se trata de una crónica de lo que sucedió después de la resurrección, sino del relato de la experiencia que tuvo determinada comunidad y cada uno de sus miembros del encuentro personal con Jesucristo.
A diferencia del momento de la muerte de Jesús, ninguno de los evangelistas nos habla del momento preciso de la resurrección, ni demás detalles. Sobre la muerte de Jesús abundan los detalles en cada uno de los cuatro evangelios: la crucifixión, los ladrones, sus diálogos, la hora precisa de su muerte, sus últimas palabras, los que testificaron toda la escena, cómo lo bajaron de la cruz, su sepultura.
En cambio, los evangelistas no nos dicen a qué hora precisa resucitó Jesús, cómo se levantó, cómo salió del sepulcro; sólo nos hablan del encuentro de las mujeres y los demás discípulos con el Resucitado. Y ésta es la experiencia con la que nos quedamos, y es la experiencia que nos constituye como auténticos cristianos. Quien no vive el encuentro personal con Jesucristo vivo, en definitiva no puede considerarse cristiano.
La comunidad evangélica de san Marcos nos platica las cosas de manera muy interesante, profunda. Vemos un primer final del evangelio que son los versículos del 1 al 8. Los versículos del 9 al 20 son un segundo final, una segunda redacción que las primitivas comunidades cristianas acogieron en la fe y la recibieron como parte de este evangelio. Pero la verdad es que este segundo final es un relato evangélico en sí mismo, que debemos acoger como inspirado por el Espíritu Santo, y que es parte de los otros relatos que encontramos tanto en los evangelios como en los demás escritos apostólicos del Nuevo Testamento.
Así pues, el primer relato acerca de la resurrección de Jesús, debe ser el punto de partida de nuestra fe en Jesucristo resucitado. El evangelista y su gente dejaron en suspenso o en puntos suspensivos qué pasó después de que el joven de la túnica blanca les anunció que Jesús había resucitado y la encomienda que les deja. Para el evangelista era suficiente eso. Nosotros debemos tratar de entender el propósito de este evangelista.
El joven de la túnica blanca, al interior del sepulcro, les dice a las mujeres: "Buscan a Jesús de Nazaret, el Crucificado; ha resucitado, no está aquí. Vean el lugar donde le pusieron. Pero vayan a decir a sus discípulos y a Pedro que irá delante de ustedes a Galilea; allí le verán, como os dijo”. Efectivamente, en la última cena Jesús les había dado esta enseñanza, a la que seguramente ellos no le pusieron atención: "Todos ustedes se van a escandalizar, ya que está escrito: ‘Heriré al pastor y se dispersarán las ovejas’. Pero después de mi resurrección, iré delante de ustedes a Galilea” (Marcos 14,27-28).
Los cristianos debemos de tratar de entrar en el entendimiento de esta instrucción y mandato de Jesucristo que nos transmite este joven de la túnica blanca. ¿Qué quiere decir que nos vayamos a Galilea y que allá veremos a Jesús? Tratemos de entender: ¿qué es Galilea, cómo vemos ahí a Jesús?
No demos respuestas fáciles a estas preguntas, mejor vayamos a la primera página de este evangelio según san Marcos. Jesús apareció en Galilea con la proclamación de una buena noticia: "el tiempo se ha cumplido y el reino de Dios está cerca, conviértanse y crean en la buena nueva”. ¿Cuántas cosas siguieron a esta proclamación? Está el llamado de los discípulos, la expulsión del espíritu de la impureza en la sinagoga de Cafarnaúm, las numerosas curaciones a las puertas de la casa de Simón, el leproso purificado, el paralítico perdonado de sus pecados, Jesús que llama a un publicano en su seguimiento y luego compartiendo la mesa con los pecadores; sus conflictos con los dirigentes de la religión judía, etc., etc.
Este joven de la túnica blanca nos está enviando a recorrer de nueva cuenta el evangelio de san Marcos, que lo hagamos ahora con ojos de resurrección, que veamos ahí la obra de Dios que se prolonga más allá de la muerte de Jesús, que resucita y se encarna en todos aquellos, hombres y mujeres, que se unen a su causa, al proyecto del reino de Dios, a la nueva creación y recreación de esta humanidad a partir de los pobres de Galilea, y de todos los pobres y marginados de este mundo. |