Maximino Cerezo Barredo, Pintor de la Liberación     


 
 
¿NO ES BUENA NOTICIA LA EVANGELIZACIÓN DE LOS POBRES?
Comentario al evangelio del domingo 31 de enero de 2016
4º ordinario
Lucas 4,21-30.
Carlos Pérez Barrera, Pbro.
 
     El domingo pasado escuchamos el pasaje de Isaías que Jesucristo leyó en la sinagoga de Nazaret, su pueblo de crianza:
"El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido para llevar a los pobres la buena nueva, para anunciar la liberación a los cautivos y la curación a los ciegos, para dar libertad a los oprimidos y proclamar el año de gracia del Señor”.

     Pues ahora proclamamos la reacción de sus paisanos frente a sus comentarios. ¿Qué fue lo que pasó? ¿Por qué se le volvieron en contra si todo iba tan bien, si admiraban las palabras llenas de gracia que salían de sus labios?

     Generalmente vemos que Jesús es severo y claridoso con las gentes poderosas, sobre todo en la esfera religiosa. Pero ahora les echa el caballo encima a las gentes de ese pequeño pueblo de Nazaret. ¿Qué hay detrás de esto que no alcanzamos a ver nosotros en el texto? Eso nos preguntamos, ¿qué vio nuestro señor Jesucristo que no dice san Lucas a no ser veladamente? Antes de que Jesús se lo dijera a ellos, es posible que haya alcanzado a mirar en sus corazones cierto rechazo por esa pregunta que se hicieron: "¿Acaso no es éste el hijo de José?” Los otros evangelistas son más explícitos. Mateo 13 y Marcos 6 nos cuentan la mención que hacen de su parentela y que detrás de sus preguntas se palpa la duda o el escándalo porque se trata de uno de ellos mismos. Pero estos dos evangelistas no nos cuentan que los nazaretanos sacaron a Jesús a la fuerza de la sinagoga y que tuvieron la intención de despeñarlo.

     ¿Qué nos quiere decir el evangelista san Lucas con esta escena? A nosotros los cristianos, estudiosos del evangelio, nos parece muy duro que aquellas gentes hayan rechazado a alguien que ha sido ungido para darle buenas noticias a los pobres, para dar la libertad a cautivos y oprimidos, la vista a los ciegos, a traer el año de gracia de Dios. ¿Tan malos eran o tan encerrados estaban en sí mismos? ¿Acaso desde aquellos tiempos la evangelización de los pobres ya provocaba tanta oposición?

     En el siglo pasado la pastoral de la liberación proclamada y realizada entre los pobres, al menos de manera incipiente, asumida en el Concilio Vaticano II y en las reuniones de los obispos de América Latina a partir de Medellín y de Puebla, es cierto que ha provocado mucho rechazo en los ambientes políticos, pero también entre los católicos más conservadores, más especialmente entre quienes se ven afectados en sus intereses.

     Hay que reafirmar, a pesar de toda oposición, que la evangelización de los pobres es la buena noticia que se cumple en Jesucristo, en su mensaje, en su obra, en su persona. Es buena noticia la liberación del pueblo que es también liberación para las clases del poder, aunque ellos no lo vean a corta distancia de esa manera. Es buena noticia la gratuidad de Dios que no se vive sólo un año, sino cada día, aún para aquellos que se niegan a ser gratuitos como Dios.
 
     Jesús comienza su ministerio con el rechazo y terminará siendo rechazado en una cruz. Que esto nos sirva a nosotros como una sacudida para abrirnos a la novedad de Dios.
 
 
 

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