JESUCRISTO ENTREGA SU VIDA PARA SER SALVACIÓN
Comentario al evangelio del domingo 20 de marzo de 2016
Domingo de ramos
Lucas 19,28-40.
Carlos Pérez Barrera, Pbro.
Jesucristo realizó su ministerio o actividad apostólica en Galilea, una región que está al norte del país de Israel. Ahí Jesús hizo sus milagros, pronunció la mayoría de sus enseñanzas, a la orilla del mar de Galilea, en la casa de Simón, en el campo, en el monte, entre la gente más sencilla, los pobres, los enfermos, los pecadores, incluso entre los paganos o extranjeros. Ahí en Galilea comenzó a tener conflictos con los líderes religiosos del pueblo judío. Podemos decir que las cosas iban muy bien en Galilea. Pero tenía que ir a Jerusalén, así estaba escrito (vean Lucas 9,31). Él mismo les enseñaba esto a los discípulos: "no cabe que un profeta perezca fuera de Jerusalén” (Lucas 13,33). Por eso se había afirmado en su decisión de dejar Galilea y partir hacia Jerusalén, donde viviría los momentos más álgidos de su vida terrena.
Quienes acompañaban a Jesús en su entrada a Jerusalén eran sus discípulos y más gente venida de Galilea para celebrar las fiestas de la pascua judía. No fue la gente de Jerusalén la que salió a recibirlo, como muchas veces hemos pensado. En la lectura del pasaje evangélico de la procesión hemos escuchado que los fariseos le piden a Jesús que reprenda a sus discípulos. Se trataba, pues, de una turba de pobres galileos que no se imaginaban lo que les esperaba, por eso entraron tan alegres y festivos. Lucas habla de una multitud. Ellos sí habían sido testigos de sus milagros.
Como en aquel tiempo, este domingo nosotros caminamos con Jesús desde Galilea. Lo hemos acompañado en nuestro recorrido por las páginas de los evangelios. Si alguien no lo ha hecho, que se tome la molestia de hacer el recorrido. Acompañamos a Jesús como a un rey. A los ojos del mundo lo más seguro es que hagamos el ridículo, porque entrar a la gran ciudad con un rey montado en un burrito, es cosa de dar vergüenza. Es un rey sin ejércitos, sin dinero, sin poder político ni económico. ¿Nos damos cuenta de eso? Y sus acompañantes no servimos para gran cosa. Y eso se va a ver a la hora de que lo atrapen las autoridades. Sin embargo, los verdaderos creyentes entramos en las profundidades del camino de Dios y de su Hijo amado. Con Jesús vamos a sentarnos a la mesa, con él vamos a llegar a la cruz y a la resurrección. Su camino es nuestro camino, y es un camino de salvación para toda la humanidad.
Aquí en este breve programa de radio no hay espacio para hacerles la lectura de la pasión de nuestro Señor Jesucristo, porque son dos capítulos enteros del evangelio según san Lucas, el 22 y el 23. Léalos usted en su Biblia. En este momento yo sólo quisiera resaltar las notas propias de este evangelista:
San Lucas coloca la discusión de los discípulos sobre quién es el mayor, en el contexto de la última cena. Si leemos esta discusión en san Marcos y en San Mateo, vemos que ellos la colocan en los caminos de Galilea. En cambio, como les digo, san Lucas la pone en esta última cena de Jesús con ellos antes de morir. De hecho la retoma porque ya la había mencionado este evangelista en 9,46.
La mención sobre la bolsa, alforja, y espada, es también propio de Lucas: " ‘Cuando los envié sin bolsa, sin alforja y sin sandalias, ¿les faltó algo?’ Ellos dijeron: ‘Nada’. Les dijo: ‘Pues ahora, el que tenga bolsa que la tome y lo mismo alforja, y el que no tenga que venda su manto y compre una espada’ ” (Lucas 22,35-36).
El sudor como gotas de sangre en la oración del monte de los olivos, es una mención propia de san Lucas (22,44). Igualmente los motivos sociales y políticos para acusar a Jesús: "Hemos comprobado que éste anda amotinando a nuestra nación y oponiéndose a que se pague tributo al César y diciendo que él es el Mesías rey” … "Solivianta al pueblo, enseñando por toda Judea, desde Galilea, donde comenzó, hasta aquí” (Lucas 23,2.5).
La comparecencia ante Herodes y la reconciliación de éste con Pilato, es propia de Lucas. ¿Qué nos quiere decir el evangelista con esto? Quizá que ante Jesús los poderes de este mundo se unen.
En san Marcos son los sumos sacerdotes los que manipulan al pueblo para pedir la condena de Jesús. Lucas sólo habla de la muchedumbre. De las siete palabras de Jesús en la cruz, estas tres corresponden a san Lucas:
"Padre, perdónales porque no saben lo que hacen”.
"Yo te aseguro que hoy estarás conmigo en el paraíso”.
"Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu”. |