HAGAMOS DE LA NO VIOLENCIA NUESTRO ESTILO DE VIDA
Comentario a la liturgia del domingo 1 de enero de
2017
Maternidad de María, año nuevo, jornada mundial por
la paz
Lucas 2,16-21.
Carlos Pérez Barrera, Pbro.
Para continuar en el
espíritu de la navidad, la Iglesia nos ofrece varias fiestas: la sagrada
familia, la maternidad de María, la Epifanía del Señor, entre otras. A pesar de que la inmensa mayoría de la gente,
incluidos los católicos, este primero de enero se olvida de la navidad y celebra
casi exclusivamente el comienzo de un nuevo año civil, nosotros celebramos la
fiesta litúrgica de la maternidad de María. Sí, nosotros continuamos
contemplando y celebrando el misterio del nacimiento de Jesús, el Hijo de Dios.
En la fiesta de la sagrada familia, que celebramos este año en viernes,
contemplamos a dos pobres, desamparados social y económicamente pero llenos de
Dios, José y María flanqueando al Hijo de Dios que quiso hacerse pequeño. Ahora
nos detenemos en especial a contemplar con ojos de fe el misterio de la
maternidad de una jovencita llamada María, su virginidad fecundada por el poder
de Dios, no por el poder del hombre. De este seno virginal Jesucristo tomó un cuerpo maravilloso. Ese
cuerpo que más delante veríamos haciendo el bien por doquier, a todo el mundo,
a toda la humanidad a partir del pueblo pobre de Galilea, sus enfermos, sus
impuros, sus pecadores, sus segregados social y religiosamente. A esta mujer la
vemos en un silencio obediente ante la voluntad de Dios, un evangelio vivo al
servicio pleno del Evangelio en persona. El evangelista san Lucas se ha encargado
de adentrarnos en este misterio.
En sintonía con la
sociedad, nosotros también celebramos la llegada de un nuevo año civil, con
renovadas esperanzas a pesar de que 2016 tuvo sus momentos de caída seria de
nuestra humanidad. Es que la esperanza es un carácter que nos impone nuestra fe
bien puesta en Dios. De Dios no podemos esperar otra cosa que bendiciones,
vida, amor, salud, salvación, alegría, paz, justicia al final del camino.
Qué benéfico y
pedagógico, en términos espirituales, sería que cada uno de nosotros hiciera su
recuento personal de este año que acaba de terminar, un poco al estilo en que
lo hacen los medios de comunicación, en la política, en los espectáculos, en
los deportes. Nosotros debemos hacerlo en lo religioso, a nivel eclesial pero
también personal. De veras cada quien haga su propio recuento, es mucho el
fruto espiritual que este ejercicio nos deja.
En este año visitó
el Papa Francisco nuestro país y nuestro estado, del 12 al 17 de febrero. Nos
quedamos con sus mensajes: a las familias, a los presos, a los obispos. Estos
mensajes nos hablan de que muchos queremos una Iglesia nueva, más cercana al
evangelio de Jesús. Por convocación suya hemos vivido este 2016 como el año de
la misericordia. Muchos de sus frutos están aún por palparse.
En junio hubo
elecciones en varios estados del país, incluido el nuestro. La población
votante dio un giro en sus preferencias.
Varias desgracias
con numerosos muertos hemos tenido que lamentar en varios puntos de nuestro
planeta. En nuestro país está la explosión en Tultepec, justo para estas
fiestas navideñas. Hay quienes recordarán a los que fallecieron este año por
ser personas muy conocidas en diversos ambientes.
Particularmente nos duele la guerra que se libra en Siria. También entre
nosotros recordaremos este año a seres queridos y cercanos que despedimos de
esta vida temporal.
Estados Unidos
eligió, con su muy particular sistema electoral, a uno que perdió el voto
popular, un candidato que insultó reiteradamente a nuestro país, a los
inmigrantes, a los latinoamericanos, y que no temió en aparecer como misógino y
racista. Tememos tiempos difíciles una vez que llegue al poder. Tememos que se vaya a quebrantar aún más la paz del mundo.
Además de pedirle
perdón a Dios por las innumerables fallas que hayamos cometido, hay que
darle sobre todo gracias a Dios por todas las bendiciones recibidas en estos
366 días que transcurrieron. No es fácil tener conciencia de todas, pero al
menos hay que tener presentes las básicas y las más importantes. Nadie recibe
un favor sin expresar al menos las gracias. Con este agradecimiento nos ponemos
en las manos de Dios para que nos siga bendiciendo, como lo hemos dicho en el
salmo responsorial.
Y finalmente, en
este día, el primero del año civil, el Papa nos convoca a vivir una jornada por
la paz del mundo. El lema de este año es: "La no violencia, un estilo de
política para la paz”. "Hagamos de la no
violencia nuestro estilo de vida”, nos dice el Papa. La paz empieza en nuestros círculos más estrechos
(familia, escuela, trabajo), sin pretender reducirnos a ellos. De mi parte, y
de manera muy personal, les pido que digamos "no” a los juegos violentos, a los
deportes violentos, a los videos y programas violentos, a los juguetes bélicos,
a todo lo que nos mueva o incite a la violencia. Yo también digo con energía,
hagamos de la no violencia nuestro estilo de vida.
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